Entre los años 2020 y 2021 la estructura liderada principalmente, en asociación, por los ya imputados Sebastián Enrique Marset Cabrera (30 años) y Miguel Ángel Insfrán Galeano (40 años), alias Tío Rico, concretaron la actividad de tráfico internacional de drogas y lavado de activos obtenidos con la constitución y adquisición de empresas, así como la compra de bienes, que eran registrados a nombres de firmas y personas físicas, entre ellas de sus respectivos núcleos familiares, según la imputación del Ministerio Público.
Sobre Marset se sabe que ingresó a Paraguay el 15 de mayo de 2018, por primera vez, con documento uruguayo, y salió el 27 de mayo de ese año. En ese tiempo analizó su instalación en el país para llevar a cabo el tráfico y lavado de activos, obtenidos en el pasado en su país.
En 2019 volvió a ingresar a Paraguay, pero bajo la identidad de Gabriel de Souza Beumer, de nacionalidad boliviana.
Luego de varios viajes retornó a Paraguay, ya con su esposa Gianina García Troche (imputada), y con sus identidades uruguayas.
Marset se autoconstruyó un perfil como “empresario de artes y espectáculos” y productor de conciertos, además de jugador de fútbol por un corto periodo.
Posteriormente comenzó a agrupar varios grupos criminales nacionales e internacionales, preexistentes, para trabajar de manera conjunta y coordinada. Desde ese momento Marset fue quien logró la asociación con grupos criminales de países productores, como Bolivia, para la provisión.
En cuanto a Miguel Insfrán se conoce que se unió a Marset en el año 2020, momento desde el que comenzó a introducir cocaína proveniente de Bolivia para su posterior remisión a Europa y África.
Insfrán estaba encargado, dentro del grupo, de introducir, trasladar, acopiar, ocultar y remitir la droga.
Ruta de la cocaína
Ambos lideraban el grupo ilícito paraguayo que era proveído con la sustancia por un grupo extranjero asociado perteneciente a Bolivia.
Durante ese periodo de dos años los conjuntos paraguayo y boliviano establecieron un esquema de tráfico, consistente en la introducción de las cargas de cocaína al territorio paraguayo con aeronaves con matrículas bolivianas.
Dichos aviones aterrizaban en una pista clandestina dentro de la Reserva Natural Cabrera-Timane, ubicada en el departamento de Alto Paraguay, a unos 48 kilómetros de la frontera con Bolivia y a 58 kilómetros del casco urbano de la localidad Mayor Pedro Lagerenza.
Una vez en suelo paraguayo, la carga era transbordada a naves con matrícula paraguaya, que luego llevaban la carga hasta otros establecimientos rurales de Miguel Insfrán, situados en el departamento de Presidente Hayes, utilizados para el acopio de la sustancia.
Después, la carga era transportada con camiones, modificados con doble fondo, a depósitos de Central, propiedades de Insfrán.
Una vez que se tenía la cantidad de droga para su remisión a países de Europa o África, era trasladada entre mercaderías lícitas y dentro de contenedores que identificaban como con la expresión “premio”.
Empresas
Para todo ese movimiento, las cabezas contaron con la participación de personas físicas y empresas dedicadas al comercio exterior, usadas por sus conocimientos y experiencia sobre el método y modalidad para no levantar sospechas.
Entre estas firmas figuran “Artis SA”, “Neumáticos Guairá SA”, “Notia SA” y “Maxigrains SA”. Todas estas con un representante común: Luis Fernando Sebriano González (47).
Una carga de 1.131 kilos de cocaína, enviada entre harina de soja por “Artis SA”, cayó en Amberes (Bélgica) el 18 de junio de 2020; otra carga de 10.964 kilos, enviada por “Neumáticos Guairá SA”, cayó ese mismo país el 2 de abril de 2021; y la última de 4.174 kilos de la droga, enviada por “Guaraní Business Import & Export SA”, cayó entre harina de soja en Rotterdam, Países Bajos. Todas salieron del Puerto Seguro de Villeta.
Encargado del lavado
El precio de venta de la droga era en moneda de dólares americanos, plata que pasaba por varios países hasta ingresar a Paraguay. El dinero.
Para este proceso utilizaron la modalidad de “Token”, con denominación de números para su identificación. De hecho, los billetes destinados a Marset, tenían la inscripción “PCU”, siglas que el propio uruguayo tiene tatuado en una de sus muñecas; también fechas, palabras, alias, signos y montos.
La organización así enviaba el código de seguridad que representaba el monto de dinero remesado que ya estaba mezclado en el sistema financiero, mediante transferencias electrónicas.
El dinero pasaba por Bolivia, Brasil, Argentina, Uruguay y último, Paraguay.
En cuanto a Alberto Koube Ayala, procesado, se tiene la información de que en su carácter de presidente del grupo “Tapyracuai SA”, constituida en el año 2004, formó parte de la organización criminal y en tal sentido, durante el periodo de tiempo comprendido entre los años 2020 hasta transcurso del 2022, mantuvo vinculación estrecha con Sebastián Marset, a quién le brindó los soportes necesarios para asegurar el disfrute de los beneficios que el citado líder del grupo ilícito obtuvo en el mencionado lapso de tiempo por la realización del tráfico internacional de drogas”
Además, la imputación fiscal precisa que “Koube aprovechó sus conocimientos y experiencias adquiridos en el ámbito comercial y empresarial para, estando al servicio de la organización manejada por Sebastián Marset, idear y ejecutar la forma de introducir al sistema financiero nacional, las ganancias que el citado líder del conjunto ilícito obtuvo durante el periodo de tiempo comprendido entre el año 2020 y 2021, mediante la remisión periódica de grandes cantidades de carga de clorhidrato de cocaína, al mercado ilícito de Europa y África”.