“Hasta ahora nos siguen llegando amenazas por las denuncias que hicimos”, relató Eladio Miguel Britos Villalba, una de las numerosas víctimas de los préstamos usurarios de Ramón González Daher, en conversación con ABC.
“Nos dicen que nos van a liquidar, que cualquiera de la familia va a desaparecer”, agregó.
El calvario de una familia
En la voz de Miguel Britos todavía se siente el dolor de haber pasado por un calvario terrible a manos del clan González Daher. Aunque habla con firmeza, todavía se evidencia el dolor de haber perdido su casa y de casi perder su libertad.
Y aunque recibe amenazas de muerte, dice que ya no teme por su vida. Lo único que le preocupa es la vida de su esposa y sus hijas.
Britos nació y creció en el barrio Chacarita, el más antiguo de Asunción. Con los años, consiguió el sueño de la casa propia construida a base de sacrificios y trabajo en Luque, pero siempre siguió ligado a su barrio natal, llegando a ser presidente del club Resistencia en dos oportunidades.
Agobiado por los problemas económicos, el Ing. Miguel Britos Villalba decidió en junio de 2013 pedir un préstamo de G. 200 millones a Roberto Garcete (padre del presidente actual del club Resistencia –recientemente ascendido a Primera División– y miembro del consejo ejecutivo de la APF), un conocido usurero de la Chacarita y compadre del exdirigente deportivo Ramón González Daher.
Britos estaba desesperado porque debía cubrir la hipoteca de su casa y el capital operativo de su empresa, la firma Proyinel SA.
Sabía que la tasa de interés sería alta, pero ante el agobio y el riesgo de perder su casa y su empresa, no tuvo más opción que aceptar.
Un año más tarde, en 2014, Britos ya había pagado G. 1.000 millones. Es decir 500% de interés, muy por encima del límite legal establecido por el Banco Central del Paraguay (BCP).
RGD, el hombre escondido
Britos firmó el acuerdo con Roberto Garcete, sin saber que detrás estaba realmente Ramón González Daher.
Grande fue su sorpresa cuando el 26 de noviembre de 2014, Garcete lo citó a una reunión en un edificio del centro de Asunción.
Le dijo que debía ir con sus hijas. Allí se encontraron con González Daher, quien los intimó a abandonar su casa en un plazo de 30 días.
El 20 de diciembre, entregaron la llave a Garcete.
Pasaron los días y Garcete los volvió a convocar a una reunión, diciendo que había “buenas noticias”.
Les dijeron que les iban a devolver la casa, pero si Britos firmaba cuatro cheques por valor total de G. 534 millones.
Firmó los cheques y le prometieron devolver la llave. Pasaron los días y Garcete desapareció.
Cuando averiguó, la casa ya estaba registrada a nombre del “prestamista” de la Chacarita.
Hasta hoy, la hija de Garcete sigue viviendo en la casa que le fue despojada a la familia Britos Villalba que no solo perdió su casa, sino también su primera empresa.
Imputado y a juicio
Mientras intentaba revertir la escritura de su casa, Britos recibió la notificación del inicio de un proceso judicial en su contra por supuesta estafa.
¿El denunciante? Ramón González Daher, quien había pasado a ser poseedor de uno de los cheques que le habían obligado a firmar a Britos a cambio de devolverle su casa.
La familia Britos trató de aguantar el inicio del juicio que finalmente comenzó en noviembre de 2019, ya con el clan González Daher golpeado por la caída del condenado exsenador colorado cartista Óscar González Daher (+).
Ramón no quiso siquiera comparecer en el juicio. “Tenía miedo de aparecer con las manos esposadas en público”, afirma el ingeniero Britos.
Finalmente, luego de publicaciones realizadas por nuestro diario en 2019, la fiscal Sandra Ledesma terminó pidiendo la absolución del ingeniero Britos. “No tuvieron opción. Recuerdo que los jueces a cada rato pedían cuarto intermedio, sudaban, se los veía nerviosos”, afirma.
Lejos de casa
El ingeniero Britos tuvo que dejar no solo su casa, sino que se vio obligado a dejar Luque. “La abogada nos pidió que saliéramos de la ciudad porque había amenazas”, relató.
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Hoy sigue viviendo en una casa alquilada y sueña con que le devuelvan la que construyó a punta de esfuerzo. Eso sí, las amenazas siguen llegando. “Nos dicen que nos van a liquidar”, afirma.
El caso del ingeniero Britos fue citado durante el juicio a Ramón González Daher y su hijo, Fernando González Karjallo, por usura, lavado de dinero y denuncia falsa.
Es el ejemplo del esquema de apriete judicial al que sometía a sus víctimas el clan González Daher. “En un sistema de derecho no debería haber pasado nunca esto”, manifestó la jueza Claudia Criscioni, presidenta del tribunal que condenó a 15 años de prisión al usurero González Daher.
Britos es una de las más de 200 personas que fueron denunciadas por Ramón González Daher por supuesta estafa durante el período investigado para el juicio. De las 227 denuncias, 156 fueron citadas durante el juicio al usurero.
Otra víctima nombrada fue Tania Villalba Dickel, que fue denunciada por estafa sin haber hablado nunca siquiera con González Daher. Y aún así, tuvo que soportar ocho años de proceso penal.
Tal fue la desesperación familiar que Tania relató entre lágrimas que llegaron al punto de quiebre. “Mi papá me dijo que había contratado a un sicario para matar a ese señor si me condenaban”, manifestó.
Hoy se conocen unas 156 víctimas del clan González Daher. Sin embargo, el número podría superar el millar, según la teoría de la Fiscalía que demostró que Ramón lleva décadas explotando la usura como su única actividad comercial, lo que le permitió a toda su familia una vida de lujos. Y todavía hay mucho por contar.