Pasaban las 18:00 del martes y el movimiento era aún muy escaso. Pero tras el término de la misa de las 19:00, los peregrinantes empezaron a colmar las calles de la Villa Serrana y le dieron otro brillo a sus calles. Incluso, una gran parte de los vendedores que ya perdía la esperanza de recuperar lo invertido tuvo un giro positivo en sus ventas.
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“Por fin llega la gente”, expresó Violeta Belotto, una vendedora, al observar la avalancha de promeseros que se llegaron a la ciudad en la noche del martes. “Gracias, Virgencita”, exclamó a su vez.
El mismo efecto tuvo la chipa, alimento altamente demandado durante las horas de la madrugada y mañana del miércoles 8. En “manada”, los fieles se volcaron a la compra de una, dos o más chipas acompañadas de cocido.
Griselda Penayo, oriunda del barrio San Francisco, resaltó que junto a su mamá preparó para el 7 y ayer 8, más de 90 kilos de masas que equivalen a más de 3.000 unidades, que vendieron en su totalidad.
“Repuse mi canasto más de seis veces (ayer). Tuve un poco de temor, pero esa sensación cambió completamente”, manifestó. A su vez, Rumilda Benítez, también chipera, resaltó que elaboró 60 kilos para ambos días y vendió la totalidad.
“Es mi mayor sanadora”
Edi Espínola se llegó junto a un grupo de amigos desde Guayaybí, departamento de San Pedro, para agradecer a la Virgen de haber -según ella- intercedido en su sanación. “Me detectaron unos quistes ya con principio de cáncer. Me hice el tratamiento y le pedí a la Virgencita que me ayudara y lo hizo. Es mi mayor sanadora y vengo a decirle gracias”.
“Superé al covid”
“Le prometí que si superaba al covid vendría sí o sí junto a ella. Fue y es mi protectora. Creo que ella intercedió para que me recuperara. Realmente la pasé muy mal. Estuve internada 20 días por covid en mayo y en todo momento me encomendé a ella”, expresó Gloria Campuzano, quien se llegó peregrinando vestida como la Virgen desde Itauguá.