Se trata de Juan Carlos Rojas Flores, de 38 años, quien se desempeña como agente penitenciario en el penal de Tacumbú, donde precisamente se constituyó hoy a las 7:30 para asumir su guardia.
Sin embargo, al llegar al sector de revisión fue inspeccionado por sus propios compañeros, quienes detectaron bultos extraños bajo las prendas de Juan Rojas, por lo que le solicitaron que se levante la ropa y se constató que el mismo tenía adheridos al cuerpo con cinta de embalaje dos paquetes: uno blanco y otro marrón.
Para el caso fueron convocados agentes del Departamento Antinarcóticos y uniformados de la comisaría 4° de Asunción. Los primeros realizaron el narcotest a los paquetes y constataron que uno de ellos contenía cocaína pura con un peso de 1.020 gramos y el otro cocaína tipo crack, con un peso de 1.065 gramos.
El hecho fue comunicado al fiscal antidrogas Eduardo Royg, quien convocó para esta tarde al agente penitenciario para su audiencia indagatoria y no se descarta que pueda ser imputado por suministrar sustancias estupefacientes en recintos penitenciarios.
Destituido
Desde el Ministerio de Justicia informaron, sobre la situación de Juan Rojas, que en la fecha también fue notificado que fue destituido del cargo luego de que se haya llevado a cabo un sumario administrativo, por ausencias injustificadas.
La notificación estaba programada para hoy, para después de que haya pasado todos los anillos de revisión del penal de Tacumbú, donde prestaba servicios, sin embargo cayó ya en la entrada.
Juan Rojas tenía 14 años y cinco meses de antigüedad en el plantel penitenciario del Ministerio de Justicia.
Práctica común
De acuerdo con informaciones proporcionadas por fuentes, la introducción de sustancias a los recintos penales sería una práctica frecuente por parte de los guardiacárceles que actúan como “mulas” de los integrantes de las organizaciones criminales privados de libertad.
En Tacumbú, el condenado Armando Javier Rotela Ayala es quien lidera el clan Rotela y además maneja prácticamente la totalidad del penal, ya que cuenta con muchos adeptos dentro de la población penal y también como aliados a varios funcionarios del recinto, que apoyan la actividad del mismo introduciendo las sustancias de cualquier forma.
En algunos casos, los guardiacárceles “buenos” son quienes detectan los hechos y en otros, los “malos” dejan pasar la sustancia para que llegue finalmente a la organización que, posteriormente procede a la repartición dentro del espacio penal y su comercialización.