Son muy pocas cosas las que parecieran estar implicadas en el uso de TikTok: Una pantalla de celular, señal de internet y un minuto de tu vida es suficiente para que abras un video de la plataforma, luego viene otros y otro... y para cuando te des cuenta, ya habrás visto más de 60 y habrá pasado una hora.
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¿Pero se trata sólo de cuestión de like y viralización de videos?
Según la licenciada Blanca Villalba de Centurión, psicóloga infantojuvenil, cada vez más adolescentes e incluso niños hacen uso de la mencionada red social; no sólo para ver los videos sino también para imitarlos y posteriormente postearlos.
Qué son los retos
La psicóloga dice que se define al reto o “challenge” como una situación difícil o peligrosa con la que alguien se enfrenta. Y no hay definición más clara cuando se trata de Tik Tok.
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No existe en internet un riesgo con más impacto negativo en niños y niñas que los retos virales.
Aunque éstos podrían parecer simples juegos de amigos, los datos indican que muchos se convierten en grandes riesgos, produciendo lesiones severas e incluso ponen en peligro la vida de los chicos.
Y lo que al principio lo veíamos como sucesos lejanos que ocurrían solo otros países, notamos que últimamente se impone con mayor fuerza en nuestra sociedad.
Challenges más espeluznantes
- - Estallido del cuero cabelludo: este “reto” propone tirar un mechón de pelo con la mayor fuerza posible, a tal punto de casi arrancarlo. Este movimiento sobre el cabello hace que el cuero cabelludo produzca un extraño sonido que, aparentemente, causa gracia a los usuarios de la red social. Pero dicho sonido puede ser tan peligroso que, según profesionales, puede ocasionar hasta sangrados debajo de la piel.
- - Uno de los retos más letales y que no debería hacerse bajo ningún concepto, consiste en tratar de dejar inconsciente a una persona, presionando su pecho contra la pared, hasta que el oxígeno deje de circular al cerebro.
- - El rompecráneos: consiste en tres personas que saltan al mismo tiempo y los dos que están en los extremos empujan los pies de la persona que está en el medio. Esta acción produce que quien se encuentra en el centro caiga hacia atrás y se golpee la parte trasera de la cabeza.
- - Y el reto que se volvió viral últimamente es el “Fire Challenge”: que cosiste en rociarse alcohol y prenderse fuego ya sea en el cuerpo o sobre espejos. Un reto que recientemente hemos escuchado le han hecho a un niño en nuestro país y sufrió quemaduras graves.
¿Por qué tienen tanto éxito los retos virales?
Para Villalba de Centurión, varios factores pueden influir para que los niños y adolescentes se enganchen fácilmente a estos tipos de juegos peligrosos. Algunos de estos factores son:
-La edad mínima requerida para el uso de TikTok es de 13 años. Pero como la plataforma no tiene cómo comprobar la veracidad de los datos que se introducen en ella, muchos niños incluso menores de 13 años lo utilizan sin dificultad. Estamos hablando de una etapa vulnerable. El niño está dejando se ser niño, pero todavía no es adulto.
Es una etapa de transición, en la cual existen muchos cambios no sólo a nivel físico sino también a nivel neuropsicológico; ya que el cerebro de dicha población aún se encuentra en desarrollo”, explica la profesional. Debido a esos cambios, ese cerebro tiene mucha plasticidad, lo que significa que puede cambiar, adaptarse y responder a su entorno. La exposición continua a las redes sociales tiene consecuencias en las áreas corticales, responsables de la planificación, control y ejecución de los movimientos voluntario.
Y es que a esas edades las habilidades como el autocontrol, clave para frenar sus impulsos, no están desarrolladas. Por los que les cuesta mucho tener ese control, lo que también hace que actúen sin medir las consecuencias.
Necesidad de aprobación
- Otro factor a considerar es la necesidad de aprobación, de aceptación. La personalidad del adolescente se encuentra en formación, para lo cual necesita una identidad. En esta etapa el ser aceptado o el sentimiento de pertenecer a un grupo es muy importante.
Eso se traduce a, que cuantos más likes y más popular se haga, más aceptado se siente en esa sociedad; lo que le lleva a realizar cualquier cosa, sin importar lo riesgoso o peligroso que sea con tal de juntar la mayor cantidad posible de likes.
Esos likes controlan su estado de ánimo, sus actividades y su vida. Y cuanta más satisfacción le genera dicha red social, más dependiente se hace de ella.
- Ambiente en donde se desarrolla el niño. Si es un chico que va creciendo con el celular como niñero, el vacío emocional se hace más relevante y la necesidad de cubrirlo también. Lastimosamente se refugia en la tecnología y en este caso en las redes sociales. Hay padres que no tienen ningún control sobre el tiempo que su hijo pasa dentro de la plataforma.
Actividad online creció 180% durante la primera semana de confinamiento
Según el informe “Aplicaciones y Menores: un año atrapados detrás de las pantallas” presentado Qustodio y tras analizar los hábitos digitales de 100.000 familias con hijos de entre 4 y 15 años, el tiempo que pasan en redes sociales ha aumentado un 76% con respecto a 2019.
El estudio recoge que la actividad online creció un 180% solo durante la primera semana de confinamiento, mientras que el uso de medidas de vigilancia por parte de los padres aumentó sólo un 6%. “Una cifra realmente alarmante”, advierte la psicóloga.
Para muchos adolescentes, la necesidad de tener seguidores se ha vuelto mucho más importante que relacionarse con amigos de manera directa; situación que se ha implantado con el distanciamiento social. Esta necesidad hace que su sentido de realización personal se base en lo que pasa en el mundo virtual, creando así distorsiones en la percepción de la realidad, del peligro o los riesgos, de las comparaciones, generando en muchos, baja autoestima. Incluso se ha demostrado que el uso excesivo de las redes sociales por los chicos y adolescentes está estrechamente relacionado con la depresión.
Otras consecuencias negativas están relacionadas con problemas de conducta, bajo rendimiento académico, problemas de atención y concentración.
Cómo prevenir
“Es triste notar cómo este problema de las redes sociales está pasando desapercibido por los padres, se está dejando totalmente bajo la responsabilidad de quienes aún no pueden tenerlos, así el riesgo de ir de un juego gracioso e inocente a uno peligroso aumenta considerablemente”, reflexiona Blanca Villalba de Centurión.
La responsabilidad no está en el adolescente ni mucho menos en el niño, no es tampoco solo del colegio, la responsabilidad debe ser de los padres, los tutores, de la familia adulta.
Los padres deben hablar claramente y advertir constantemente sobre los peligros que puede encontrar en dichas redes sociales. Esto permitirá al adolescente tomar decisiones apropiadas en cuanto a los videos que verá o las que quiere realizar.
Otro punto muy importante es que los padres debemos conocer cuáles son las actividades de nuestros hijos en las plataformas, qué contenidos están compartiendo, con quiénes están chateando, y el tiempo que lo están dedicando a ello. Ubicar las computadoras en espacios comunes donde todos podamos ver qué es lo que están viendo también es muy importante.
Poner límites
El límite para la conexión ayudará a que ellos no sobrepasen el tiempo de navegación en dichas redes y accedan a videos inapropiados fuera de nuestro control.
Ir a la plaza, hacer deportes, jugar juegos de mesa son sólo algunas pequeñas ideas que favorecerán el neurodesarrollo de los chicos, estrechará el vínculo emocional de padres e hijos y evitará la dependencia tecnológica.
“El mundo de la tecnología no para, no espera, avanza a pasos agigantados; y aunque nosotros los adultos estemos cansados y absortos con las actividades laborales o de la vida diaria, dar por sentado una situación porque creemos que ellos pueden cuidarse solos es dejarles a la deriva. No podemos pedirles responsabilidad si nosotros no la tenemos con ellos. El tener una buena conexión emocional con nuestros hijos es fundamental para evitar situaciones que puedan poner en peligro su integridad” finaliza la profesional.