Cartistas y abdistas tienen sus propios candidatos diferenciados. Festejarán si ganan los suyos y no lamentarán mucho si pierden los de sus rivales internos, aunque lo nieguen.
La unidad que pregonan los líderes básicamente pretende disciplinar el voto de los colorados para que, sin fijarse ni cuestionar nada, vayan a votar por los candidatos del partido.
Los dirigentes colorados, que hasta hace alguna semanas temían seriamente las consecuencias de un voto castigo por la mala imagen del gobierno y la pésima de la “alternativa” cartista, ahora apuestan todo al voto fiel de sus correligionarios, funcionarios públicos y familiares.
También esperan “una manito” del desinterés y el consecuente ausentismo de mucha gente que, de concretarse, favorecerá a los políticos de siempre. En contrapartida, en los últimos meses se ve también un resurgir de la militancia ciudadana, sobre todo juvenil, en las áreas urbanas.
La fachada que los colorados quieren hacer pasar como imagen de la concordia se contradice con discursos y actitudes disonantes que no pasan desapercibidas. El cartismo se sigue manejando cual si fuera un partido colorado paralelo, aprovechando el manejo de la institución partidaria.
Pedro Alliana es presidente de la ANR, pero actúa como un subordinado del expresidente Horacio Cartes, representando un papel de segundón en los actos proselitistas que se cumplen en distintos departamentos del país.
Esta semana, Alliana, que es también presidente de la Cámara de Diputados, convocó a una conferencia de prensa, rodeado de dirigentes cartistas, para sentar una posición política sobre el pedido de aumento salarial de los docentes.
Insólitamente, el presidente de la ANR se pronunció como parte de un movimiento interno sobre un tema de interés nacional, que no se había tratado en la conducción partidaria. Fue una imagen de lo que es hoy el oficialismo, más allá de mentiras o hipocresías electorales.
En el fondo, pero no tan hondo, a Hugo Velázquez no le caería mal que el cartismo pierda en algunos municipios claves donde se juega el todo por el todo: Asunción, Ciudad del Este, Luque, por citar algunos. Asimismo, a Cartes no le molestaría demasiado que pierdan los candidatos colorados en Lambaré, San Lorenzo o Ñemby.
La pelea electoral que viene después entre colorados valdrá la pena verse. Los velazquistas apuntarán a que Santi Peña es un títere de Cartes y los cartistas harán lo posible por pegar la figura de Velázquez a la de Mario Abdo Benítez. Tal vez, la diferencia entre ambos es que uno de los candidatos tiene vuelo propio y el otro no.
La oposición, con un escenario electoral propicio pero falto de grandes liderazgos, podría cosechar algo positivo de un eventual fracaso de los colorados. No obstante, la pelea por las candidaturas para el 2023 será encarnizada y puede destruir cualquier intento de unidad.
Lo del domingo será un plebiscito para el gobierno, el cartismo, el PLRA y para la oposición en general. Como suele ocurrir, habrá heridos, contusos, apatucados y también algunos ilusionados.