Como medio aclaramos que intentamos acceder a más información sobre el origen, la situación, el contexto, la fecha e incluso quienes son los verdaderos “desubicados”, pero vamos a describirles cómo este tipo de acciones pueden apeligrar la vida de cualquiera de nosotros.
Para situarnos en tiempo y espacio, el hecho ocurrió con el sol aún arriba. Por sus características el área del encuentro sería una zona rural y por la forma en que visten las personas no hacía calor.
Pero lo que sí estuvo acalorada es la reunión entre tragos y euforia mientras escuchaban a todo volumen la polca de la Asociación Nacional Republicana (ANR). En cuanto al lugar parecería ser una plaza con un tinglado y al lado estaría una cancha. No se descarta que el sonido que se escucha se haya insertado en edición de vídeo, manipulándose el audio original.
Era tanta la diversión y entusiasmo de los presentes que se observaron acciones muy peligrosas. El vídeo tiene solo 45 segundos, pero ya provocó la indignación e impresión de muchos.
Primera acción: Desde el inicio del vídeo se nota como la polca colorada arranca. Un hombre sin tapabocas y parado con una campera negra, se aleja un poco de la concurrencia y efectúa aproximadamente siete disparos al aire. Finalmente, guarda su arma. Por lo menos es lo que llega a captar la persona que graba.
Segunda acción: Casi al mismo tiempo que el hombre de campera hace su ráfaga de balas con su pistola que sería una 9 mm. Se observa como un joven con gorra, vestido con atuendo deportivo azul y rojo, y muy sonriente acomoda su arma entre el costado de su pantalón y su pierna derecha.
Tercera acción: El vídeo continúa y aparece un tercer armado. A este se lo ve detrás del que guardó su arma y ya tenía su pistola en sus manos y con muchas ganas de disparar. También se lo nota muy alegre y en medio de carcajadas apunta primero prácticamente a la altura de las personas, pero luego eleva levemente su arma y hace como mínimo diez disparos uno detrás de otro.
Tras hacerse esta balacera, una persona hace el singular grito que normalmente escuchamos en mítines políticos.
Cuarta acción: En medio del enloquecido grito, al hombre que se lo ve en la segunda acción acomodando su arma de fuego, invita un vaso, cuyo contenido sería cerveza al que acababa de disparar casi a la altura de la cabeza de cualquiera que estaba cerca e, inmediatamente, también decide seguir con el “festival” de disparos. Caminó unos metros y sacó de un automóvil lo que parece un rifle. Se puede notar que existe un salto en la imagen con lo que se presume que el audiovisual fue editado en esa parte en que el tercer tirador iba hasta el vehículo.
Finalmente se coloca a lado de una de las puertas y también muy motivado realiza otros cuatro disparos. A este momento de polca, tragos, y balas se le suma un nuevo grito desaforado. Este último guarda su rifle y el vídeo se corta con esa imagen. Claramente se observa que este hombre portaba dos armas de fuego. Una por su cintura y la otra dentro de un auto.
Otro detalle resaltante es que nadie usaba mascarillas, aparentemente se compartían el mismo vaso y no había mucho distanciamiento físico. La publicación del vídeo la encontramos en la cuenta de @ttevicentejara de Twitter.
Hubo reacciones contra el vídeo
Los calificativos fueron duros contra las cuatro acciones llamativas de estos hombres.
A más de los tres pistoleros, habría como mínimo diez personas más (incluida la que graba y una mujer sentada en medio del grupo que se muestra) en este predio que está al costado de lo que sería una calle de tierra.
Años atrás, balas perdidas se llevaron vidas y dejó varios heridos
El caso quizás más emblemático de una muerte producida a consecuencia de una “bala perdida” es el de la niña Paz Valentina Arce Vera, una menor de 3 años que perdió la vida en la madrugada de la Navidad de 2012.
Estaba en el patio de su casa en el barrio Santa María de Asunción cuando el proyectil ingresó a su pequeña cabeza pasada la medianoche. Un estudio de peritaje determinó que el taxista en aquella época, Jorge Prisco Ledesma fue el que hizo el disparo. Este, fue condenado el 4 de abril de 2016 a cinco años de prisión, tras ser declarado culpable del homicidio culposo.
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Un caso también sonado fue el de una niña que resultó herida el 23 de abril de 2.019 cuando una bala perdida ingresó por el techo de la vivienda de una familia en Caaguazú y rozó la pierna de la pequeña de apenas tres años. Afortunadamente, la herida no fue de gravedad y el supuesto autor del disparo fue detenido.
Luego de estos lamentables sucesos comenzó una fuerte campaña en Paraguay para concienciar a las personas de lo peligroso que es hacer disparos al aire, teniendo en cuenta que puede producir heridos o fallecidos con las conocidas como balas perdidas. Este llamado de atención a la sociedad se hace principalmente en las previas y durante las fiesta de fin de año.