“San Pío de Pietrelcina, el santo de los estigmas y quien recibiera tantos dones de Dios, fue un hombre totalmente entregado a la oración”, comenzó diciendo el hermano Valentín Pesente, al referirse al santo capuchino.
Explicó que el hoy santo pasaba horas meditando y contemplando el evangelio; entrando en una comunión íntima con Jesús. “Atendía a las personas, intercedía por los enfermos y sufrientes y celebraba con una devoción sin igual la santa Eucaristía. Fue un confesor ejemplar que ayudó a los fieles a volver al camino del Señor”, apuntó.
En este tiempo de Pandemia, invitó a elevar los ojos al cielo y clamar la intercesión de este santo capuchino para que Dios dé sabiduría a los científicos y hallen la forma de terminar con el covid-19.
“Teniendo en cuenta que San Pío fue un hombre de oración asidua por los sufrientes, también es oportuno pedir por los enfermos de este virus y claro, por aquellos que han sufrido la pérdida de seres queridos para que con la fuerza del Espíritu Santo puedan sanar esas heridas”, insistió.
Pesente puso a los jóvenes como ejemplo a este santo. “San Pío puede ser un modelo de entrega generosa al proyecto de Dios. Él es una inspiración de que la santidad es posible. Sabemos que en la etapa de la juventud se pasa por varios tipos de experiencias y algunas son adversas. En San Pío, los jóvenes encontrarán un soporte espiritual y humano que los ayude a seguir adelante buscando vivir los valores que propone el evangelio”, resaltó.
Varias misas se oficiarán hoy en las capillas de los conventos e incluso en la Costanera.
El Padre Pío nació en Pietrelcina, Campania (Italia), el 25 de mayo de 1887. Su nombre era Francisco Forgione pero, cuando recibió el hábito de Franciscano Capuchino, tomó el nombre de “Fray Pío”, en honor a San Pío V. Partió a la casa del Padre un 23 de septiembre de 1968, después de horas de agonía repitiendo con voz débil “¡Jesús, María!”.