A través de unos trípticos el padre Hernández realiza una campaña educativa a fin de crear conciencia en la gente acerca de la destrucción que genera la quema de campos.
Añade que sobre la economía provoca la disminución de la productividad agropecuaria por el empobrecimiento de los suelos y que los efectos sobre la salud humana repercuten cuando se respiran los gases tóxicos.
“No conviene quemar el campo porque empobrece el suelo y mucho” señala el informe educativo, al tiempo de explicar que se ha demostrado que a raíz de la quema anual de campos, la producción agropecuaria disminuye la producción y que en seis y ocho años ese campo produce apenas la quinta parte de lo que debería de producir.
Menciona que un suelo bueno para la ganadería como para la agricultura es un suelo con suficiente contenido de materia orgánica. Agrega que un suelo vivo con abundante vida como lombrices, microorganismos, hormigas, escarabajos, ciempiés, milpiés, etc, es un suelo que produce y mucho.
“Esto hace que el suelo sea fértil y con buena estructura grumosa, en vez de ser compacto y duro. De esta manera las raíces se desarrollan bien, y penetran mejor en el suelo el agua y el aire”, señala.
El sacerdote manifestó que el fuego acaba con la materia orgánica y que va quedando cada vez más pobre, más duro y con menos aire y menos humedad. La mayor parte del agua de lluvia no penetra en el suelo corre por encima y no se aprovecha, explica.
La mejor pastura bien manejada dentro de un pastoreo racional es la natural de ese campo con la mayor diversidad de especies de pastos, leguminosas e hiervas porque está adaptada al suelo y clima, concluye la nota.