A finales de julio, recordemos, el Banco Central del Paraguay (BCP) daba a conocer los últimos ajustes de la probable expansión de la tasa que mide la producción de bienes y servicios en el país: del 3,5% al 4,5%, persuadido por la “dinámica positiva de la actividad económica” en el segundo semestre del presente ejercicio. Señalaban también el relajamiento del corset sanitario como uno los factores que impulsan tal optimismo.
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En este contexto, el Viceministerio de Minas y Energía, con los números que ventiló esta semana sobre el comportamiento del Sistema Interconectado (SI) que atiende la Administración Nacional de Electricidad (ANDE), en definitiva el mercado eléctrico paraguayo y una casi irrelevante porción de la demanda argentina con la exportación energía generada por Acaray, le cupo desempeñar el papel de aguafiestas.
Matriz energética
La apreciable diferencia entre las tasas pronosticadas por el BCP y la que con inquietante realismo exhibe la rutina -al menos de los últimos meses - podría explicarse tal vez con la aún escasa participación de la energía eléctrica en el esquema de uso final de energéticos de la matriz energética nacional, que en 2020 alcanzó el 19%, luego de un 17% en 2019 y solo 16% en 2018. La abrumadora tajada restante, en promedio 82,7%, es aún territorio indiscutido de la biomasa (leña, carbón, etc.) y de los derivados del petróleo.
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De acuerdo con los registros mensuales del Viceministerio de Minas y Energía, en el lapso comprendido entre enero y agosto de 2021, el mercado eléctrico paraguayo, incluyendo las pérdidas bicolores de la ANDE, las que, según la última admisión oficial, aún rebasaban el límite del 20%, ascendía a 11.891.632 MWh, casi el 16% de la alicaída producción de Itaipú del año pasado (1 MWh = 1000 KWh).
En similar período, pero de 2020, el mercado paraguayo -incluyendo las pérdidas de la estatal- demandó 11.682.663 MWh. Del cotejo de ambas cantidades se deduce que el apetito de nuestro mercado en lo concerniente al menú eléctrico creció 1,79% o sea 208.969 MWh en cifras absolutas.
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Ausencia de una plan eficiente
El lento desplazamiento de la demanda de energía eléctrica del mercado paraguayo debe imputarse, en primer lugar, a las secuelas de la pandemia del covid-19, así como a la pertinaz ausencia de un eficiente programa de aprovechamiento de una parte importante de nuestra abundante energía en Itaipú y Yacyretá, en la práctica regalada hace 37 y 27 años a nuestros socios “por partes iguales” en ambas hidroeléctricas.
Además, tal lentitud pone en duda ciertos pronósticos oficiales y prooficiales acerca del año o años en los que el mercado paraguayo consumirá la totalidad de la energía que le pertenece en esas centrales. Reiteremos que en los últimos siete años (2014-2020), el promedio de la demanda paraguaya de energía eléctrica fue el 5,3% y que el 7% y más que exhumó recientemente el actual presidente de la ANDE, Ing. Félix Sosa, solo se alcanzó en 2014, que el año pasado se precipitó a una tasa de crecimiento del 3,80% con relación al 2019 y, reiteremos, de 1,8% entre enero y agosto de 2021.
En lo atinente a la importancia de las fuentes en las que abreva el mercado paraguayo, en los ocho primeros meses del año en curso fue como sigue: Itaipú: 85%. Yacyretá 11,1% y Acaray, 3,9%.
Itaipú con el 85%
Otro dato atendible, es que la tasa de aprovechamiento de Itaipú se redujo este año un 4,37% con relación al 2020, la de Yacyretá se incrementó en 62,96% y la de Acaray 54,1%. Debe apuntarse empero que el suministro de la hidroeléctrica nacional Acaray, en agosto último, se redujo en un 67,7%en comparación con los datos del mismo mes del año pasado.