La licenciada Adriana Vargas habló en el programa Contacto ciudadano de ABC Cardinal y aportó algunas interesantes observaciones. Muchos aumentaron de peso en el encierro de pandemia.
Hay que preguntarse cómo va la salud a nivel emocional y puede mejorar independientemente al peso. “Porque necesitamos revisar el nivel de estrés, cuánto nos estamos moviendo, consumo de frutas y verduras, la manera que nos relacionamos con la comida. La mayoría de las veces solo focalizarnos en el peso y eso no funciona”, señaló.
“El 95% de los intentos fracasa cuando el foco está en el peso, hay que girar hacia los hábitos alimenticios”, opinó.
Tenemos un estilo de vida a las corridas, algunos trabajan más de 12 horas, y cuesta dar prioridad a la organización. Según la nutricionista ahí entra la conciencia, el autocuidado, priorizarnos. “Podemos tener el mejor plan alimentario pero si no se adecúa a mi realidad, a mi economía, si mi salud alimentaria no acompaña va a ser difícil”, adelantó.
El encierro del año pasado demostró que si nuestra salud mental y emocional no está bien cuesta llevar a cabo la pauta de la buena alimentación. “Siempre mezclada con las emociones, desde la lactancia materna, y eso sigue en la edad adulta. El problema es cuando el comer es la única forma de navegar las emociones”.
Cuánto comemos
Frutas: dos a tres porciones diarias.
Verduras: dos porciones al día.
Un plan alimenticio
Vargas destacó que “por toda la evidencia científica la idea es sacar el foco del peso y alcanzar una alimentación intuitiva, adecuación de hábitos acordes al estilo de vida, y que la persona logre autonomía. Llegar a mantener la cantidad que le corresponde en base a ciertas recomendaciones al consumir frutas, verduras, legumbres, y ver cuanto se está moviendo”.
Según la experta lo ideal es que la persona no dependa de pautas porque no funcionan a largo plazo. “Es importante la reconexión con lo que el cuerpo necesita. El cuerpo sabe cuánto necesita comer”, remarcó.
¿Son tan malos como parecen?
En cuanto al consumo de harina, sal y azúcar “está demostrado que las restricciones generan compulsiones. No está demostrado que a largo plazo sea sostenible excluir a estos alimentos. La cuestión es encontrar el balance, la dosis justa para cada persona”, respondió.
Una alimentación balanceada no solo tiene que ver con el aspecto nutricional, según Vargas es la manera en que nos relacionamos con la comida, el amor implícito. Esto es muy importante una buena relación con la comida, ya que forma parte de nuestras vidas 24/7.
El poscovid
A los que tuvieron covid la nutricionista recomendó un estilo de vida saludable, movimiento físico, cuidar el aspecto emocional, consumir frutas y verduras, incluir legumbres en una cantidad adecuada. También “alcanzar una alimentación intuitiva, un estado de conexión con las necesidades que tiene el cuerpo de cada persona en cuanto a cantidades”, declaró.
Y finalmente dijo que cuanto más conectados estemos con nuestras señales de hambre y saciedad va a ser mucho más sencillo elegir cuál es la cantidad que le corresponde a mi cuerpo para que funcione de manera óptima. Una alimentación adaptada a lo que corresponde a cada persona.