El ataque del Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP) contra un convoy del Comando de Operaciones de Defensa Interna (CODI) ocurrió el jueves a las 15:00 aproximadamente en un camino de la estancia Pa’i Kuara, aún en jurisdicción del departamento de San Pedro, pero justo en el límite con Amambay y Concepción.
Los terroristas detonaron una garrafa de 13 kilos llena de explosivos y metrallas que enterraron en el camino de un camión militar Mercedes-Benz.
Este vehículo de gran porte, literalmente, voló en pedazos y sus tres ocupantes murieron en el acto.
Los asesinados resultaron ser los sargentos primero Lauro Ramón Monzón Acosta (30), Eulalio Espinoza (29) y Mauricio Pérez Paredes (26).
Otros seis militares se salvaron ya que venían detrás en una camioneta Toyota. Todos son elementos de la Fuerza de Tarea Conjunta (FTC), que a su vez es el ala operativa del CODI.
Rutina descubierta
El colosal ataque del EPP fue ejecutado luego de que los terroristas descubrieran que ya era prácticamente una rutina que los militares usaban ese camino para el relevo de sus tropas.
De hecho, el camión desintegrado en la explosión era el que se usaba para llevar y también recoger a los personales apostados en los retiros y cascos centrales de las estancias de la zona.
Aparentemente, el EPP vigiló el desplazamiento del mismo convoy durante unos días, periodo en el que se dieron cuenta de cómo y dónde podían colocar la poderosa bomba.
Los del EPP habrán pillado que el citado camión Mercedes-Benz salía casi cada día del destacamento SAP 6 con al menos 35 hombres a bordo.
Habitualmente, el rodado iba dejando cinco hombres en un establecimiento y retirando otros cinco del mismo lugar.
Por aquellas casualidades milagrosas, esta vez el camión estaba haciendo el mismo recorrido, pero solo con tres militares, ya que se estaba dirigiendo al retiro Perú de la estancia Pa’i Kuara para alzar en el lugar a los primeros cinco hombres que debían ser relevados.
Faltaban solo 3,5 kilómetros
Al convoy militar le quedaban solo 3,5 kilómetros para llegar a su destino, luego de haber recorrido ya 25 kilómetros desde su destacamento SAP 6, que queda sobre el antiguo tramo de la Ruta 11 que lleva a Capitán Bado. El camión atacado pasó previamente por las estancias Toroveve y Santa Clara.
Justo ese día de la emboscada se suspendió el envío masivo de tropas en el citado camión, porque el relevo completo del personal estaba previsto recién para el día siguiente, a la misma hora.
Es decir, si el EPP no se apuraba y ejecutaba la emboscada 24 horas después, el saldo de muertos iba a ser de por lo menos 35 militares, tal como lo venían planeando los criminales.
Pero como el camión tenía su habitual capota que cubría toda la carrocería, los maleantes no se dieron cuenta de que estaba casi vacío.
Es por eso que el EPP utilizó una bomba tan poderosa esta vez, porque pretendían hacer volar un camión lleno de militares. La cantidad de explosivos superó incluso a la que se utilizó en 2016, cuando mataron a ocho militares en un ataque idéntico.
Se salvó gracias a una botella de agua
Entre los seis militares que se salvaron de morir en el atentado del EPP, estaba uno que inicialmente tenía que viajar en el camión siniestrado.
En su declaración ante la Fiscalía, el citado militar explicó que le ordenaron ir en el camión Mercedes-Benz, con los otros tres que morirían, pero que justo se olvidó de su botella de agua en el destacamento y por eso el camión salió antes de que él lo abordara.
Como quedó rezagado, el efectivo subió presuroso a la camioneta Toyota Land Cruiser que iba de escolta.
Este último rodado estaba a 150 metros del camión cuando ocurrió la explosión. Sus seis ocupantes, aunque dispararon sus armas, no pudieron ver a los terroristas del EPP.