Doña Evarista es una verdadera heroína sin capa, típica mujer chaqueña que no conoce de obstáculos para encarar los desafíos diarios en medio de una total pobreza, sobreviven ella, su marido y su hija de lo poco que pueden darles sus vecinos, ya que la comunidad toda es bastante humilde.
Su hija de 47 años es una persona con discapacidad desde su nacimiento, no puede valerse por sí misma por lo que su madre debe alimentarla y encargarse de su aseo personal, en idéntica situación y desde hace 7 años se encuentra su marido don Daniel Ferreira, tras sufrir un ACV.
La mujer debe realizar de manera diaria la dura faena de cuidar de ambos para lo que fuese, ya que los dos pacientes no pueden realizan nada por sí solos; es más ni siquiera pueden hablar.
En esta deplorable situación, la mujer solo reclama al Estado el poder acceder al cobro de la pensión de la tercera edad, que por ley le corresponde y que por los trámites burocráticos de las instituciones estatales desde hace más de tres años no puede percibir.
La mujer lamentó que a su marido le hayan sacado la tarjeta de dicho subsidio estatal hace tres años, debido que los funcionarios del Ministerio de Hacienda encontraron que el era dueño de unos 20 animales vacunos, que para la fecha ya se les acabó. Dijo que mientras su marido trabajaba podía contar con algunos animales de granja, peor que ahora no tienen nada.
“Necesito tener esa pensión estatal para al menos asegurar la compra de alimentos para la familia”, dijo la mujer marcada por la lucha diaria en un terreno árido y con resignación
La precaria vivienda necesita de manera urgente ser reparada, ya que podría venirse abajo en cualquier momento.
La mujer manifestó que recientemente su marido casi fue mordido por una serpiente. “Resulta que de día tengo que sacar del interior de la pequeña pieza, tanto a mi esposo como a mi hija para que aunque sea puedan disfrutar de los reflejos del sol, pero antes de anochecer de nuevo tengo que llevar a ambos a la habitación. Fue así que primero lleve a mi pareja en su silla de rueda, para luego alzarle en su cama, posteriormente volví a salir para traer a mi hija, ya estando todos adentro, escuché un silbido típico de las serpientes. Inmediatamente, con la linterna en mano, busqué dónde podía estar, y grande fue la sorpresa al encontrar a una enorme yarará encima del pecho de mi marido ya a punto de insertar sus colmillos por él, quien no habla. Gracias a Dios pude reaccionar a tiempo y así evitar una desgracia mayor”, sostuvo la mujer.
Finalmente doña Evarista volvió a reiterar a las autoridades, que puedan de manera urgente autorizar para que tanto ella como su marido puedan acceder al cobro del subsidio de la tercera edad.
La comunidad de San Carlos se ubica a unos 110 km del casco urbano de Fuerte Olimpo, en el lugar viven unas 35 familias en precarias condiciones, sobre todo en lo que se refiere a viviendas. Solo tres a cinco casas son de material cocido y el resto de karanda’y y bastante antiguas.
En 1970 era toda una prospera localidad con más de 3.000 habitantes que se dedicaban a la extracción del quebracho para la elaboración del tanino que se realizaba en la fábrica de Carlos Casado, cuando a finales de 1990, la empresa se declaró en quiebra esta localidad como tantas otras cuyos pobladores dependían de dicha actividad económica, quedaron convertidos en pueblos fantasmas, ante la gran emigración de sus habitantes.