Almendra Acosta explicó que la refrigeración del traje dura entre tres y cuatro horas. Para ello, el equipo tiene cuatro bolsillos donde se colocan compresas de gel congelado. Estas compresas se pueden cambiar para garantizar ocho horas de trabajo seguro y fresco. Su uso no sólo está proyectado para quienes trabajan en los hospitales, sino también para quienes buscan protegerse del sol, por ejemplo, en tareas de la construcción, o para quienes tienen enfermedades de base y desean extremar cuidados cuando van de compras, señaló la creadora del traje.
La odontóloga, explicó que la idea surgió cuando a inicios de la pandemia, para atender pacientes en su consultorio, debía utilizar trajes de bioseguridad, los que generan mucho calor y, por ende, bastante incomodidad. Más tarde, cuando ella debió cerrar el consultorio y necesitó crear una fuente de ingreso, decidió buscar una solución al problema.
“Me puse a buscar en la web si había algún traje refrigerado que pudiera utilizar, pero no encontré. Había trajes refrigerados con filtro, con ventilador, pero esos no sirven porque en una habitación cerrada, de 4 y 4, si un paciente estornuda, un virus podría entrar al traje mediante ese sistema. Al no encontrar un traje adecuado, me propuse buscar formas de refrigerar. Luego de mucho buscar encontré que la mejor manera era hacer compresas de gel frío. Pero las compresas existentes duran refrigeradas un máximo de 1 hora, y la jornada laboral es de cinco, seis, ocho horas”, relató Acosta.
Durante un proceso de meses, explicó la odontóloga, buscó fórmulas de gel que puedan durar más tiempo refrigeradas y formas de compresar sin que se rompan los recipientes, además de pesquisar tipos de telas adecuadas para la creación del traje de alta calidad. El uniforme dura unos dos años. El gel, no es tóxico, es maleable y no se congela, siempre es gel, con un vencimiento de aproximadamente dos años.
En el marco de esta investigación, Acosta recibió una invitación a postularse a la Incubadora de Proyectos de la Universidad Nacional de Asunción. Durante el proceso de selección y posteriormente de aprendizaje, ella logró crear el producto mínimo viable y sus tutores le explicaron que para desarrollarlo necesitaba un socio con el cual crear una empresa. Entonces recurrió a su amigo Víctor Chamorro, con quien fundaron la firma Millennial.
Con apoyo de la UNA, Millennial se presentó al Conacyt y obtuvo como capital semilla, G. 180.128.250 provenientes del BID.
Tras meses de investigación, Acosta se postuló a la incubadora de proyectos de la Universidad Nacional de Asunción (UNA), creó el producto mínimo viable y con un socio, Víctor Chamorro, creó Millennial. Con esa empresa presentaron al Conacyt, que les otorgó G. 180 millones del BID como capital semilla para impulsar la empresa.
El traje está patentado a nivel nacional, con varios modelos y colores para adultos y niños, explicó Almendra Acosta. “Con el capital semilla del Conacyt vamos a patentarlo también a nivel internacional, porque tenemos en miras la exportación”, detalló. “¿Cómo podríamos refrigerar a una persona, sin necesidad de refrigerar un edificio?, era la pregunta que teníamos al principio. Y creemos que en el gel está la respuesta, por lo que seguimos investigando sus usos. Esto comenzó por un una necesidad mía, pero luego surgieron las ganas de contribuir a la calidad de vida de la gente y también en la economía”, culminó diciendo la odontóloga, que ahora también es empresaria.
Además de este proyecto, Conacyt entregó otros G. 180.128.250 provenientes del BID a la empresa Korapytech, que busca desarrollar un sistema accesible para la identificación de ganado, ya que a nivel internacional se exige la trazabilidad de cada trozo de carne. El mismo montó también fue destinado a las creadoras de Tajynetwork, una plataforma basada en blockchain que sirve para construir aplicaciones.