La pandemia y la cuarentena potenciaron las condiciones previas de disgustos en las personas. Esta fue la premisa del Dr. Manuel Fresco en conversación con ABC este miércoles. El psiquiatra habló sobre los cambios repentinos en el comportamiento que afloraron; por ejemplo, el malestar de los matrimonios o de los padres con los hijos durante los encierros.
En ese sentido, el médico sostuvo que cada situación es especial, pero que en general esto se da porque la condición es previa; es decir, si una pareja discutía con frecuencia antes de la pandemia, al pasar más tiempo junta y encerrada esa situación empeoró. Dijo que, por ejemplo, eso elevó los casos de violencia doméstica de acuerdo a su percepción. Lo mismo sucede entre padres e hijos e integrantes de la familia en general.
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Fresco añadió que cada persona reacciona de una forma distinta a situaciones como las que ahora se presentan e indicó que hay algunas que se adaptan mejor que otras a estas situaciones difíciles. En ese contexto, dijo que el Estado también debe tener en cuenta la salud mental, además de la salud física, al aplicar las medidas de cuarentena.
“El termómetro para la salud mental tiene que ver con el nivel de seguridad que uno tiene, el bienestar, el sentirse bien. El paraguayo dice: ‘Yo me hallo’ o ‘yo no me hallo’; cuando dice eso, la cosa no está bien. En este momento te diría que casi nadie se halla, algunos sí, pero la mayoría está con este impacto”, manifestó.
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El psiquiatra agregó que “la pandemia cambió de forma brusca nuestra rutina y el planeta entró en shock”. Allí, es la capacidad y predisposición de cada uno la que marca el estado de salud mental. Como ejemplo, habló de que, si una persona se queda mirando el techo, el impacto será negativo, pero que si toma acción la consecuencia puede ser positiva. Pero esto no es fácil, depende a su vez de varios factores como el económico, además del social. Citó los casos en que mucha gente ni siquiera tiene qué comer.
Fresco trajo a colación también la necesidad de saber administrar los enojos. Sobre el punto, indicó que los constantes cambios de postura no solo del Gobierno, sino de las disposiciones sanitarias a nivel internacional, hacen enojar a la gente y cuando esto sucede “la gente no razona. Esto se potencia con las exigencias que te obligan a adaptarte a una situación que no gusta (…) Lo que ocurre es que nos vamos de un extremo a otro”, indicó.
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El médico habló de una serie de balances que deben establecerse en el sentido de no ir de un extremo a otro. Comentó el caso de los representantes de los bares, que exigen abrir hasta las 3 de la mañana los fines de semana, algo que consideró incorrecto porque el coronavirus existe, mata gente y las políticas preventivas son necesarias hasta cierto punto. “Es un equilibrio muy difícil, se tiene que negociar”, expresó.
Las redes
Sobre las redes sociales y lo que se publica en ellas, Fresco dijo que hay que prestar especial atención de dónde proviene la información que se lee y lo que se comparte. Reiteró que existe una predisposición previa a las “teorías de conspiración” que circulan y que la pandemia no hizo más que expandir la creencia de cada persona. “En las redes circula cualquier porquería, no hay que estar tan prendido por la basura en las redes, hay que darle importancia a ver de dónde surge la información”, sugirió.
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El psiquiatra reconoció que esto es complicado porque “cuando uno es más vulnerable es más difícil” y porque “encontrar fuentes confiables es de igual manera complicado”.
“Yo trabajo en un hospital y no entiendo cómo hay gente que está en el hospital que no se quiere vacunar. Esa es una locura previa, no entiendo. No es ahora nomás, no se quiere vacunar contra la influenza, contra el neumococo (…) (En las redes) la gente está enojada y al estar enojada no razona. Uno igual se da cuenta que es un disparate y ya comparte (la información falsa)”, finalizó.