Lamentan que trabajo de la mujer rural siga invisibilizado

La mujer rural tiene una participación activa en la producción y, a pesar de esto, sigue invisibilizada; prueba de ello es que su promedio de ingresos es un 43% menor que el hombre del campo, conforme a un reporte de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH), reportó la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y Agricultura (FAO) Paraguay.

La mujer es clave para la producción de alimentos, asegura la FAO.Archivo, ABC Color
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La organización internacional emitió un informe especial con relación al Día de la Mujer Paraguaya. En el documento afirma que el rol de las mujeres rurales en la seguridad alimentaria las convierte en agentes fundamentales del cuidado de los recursos naturales y de la conservación de la biodiversidad a través de la producción y conservación de semillas, la transmisión de sus conocimientos sobre plantas medicinales y las prácticas agroecológicas.

Sin embargo, a pesar de tener participación activa en la producción, sus trabajos siguen invisibilizados, denuncia la organización. Como argumento de tal afirmación, menciona datos reportados por la Encuesta Permanente de Hogares (EPH, 2018), en la cual se registra que el promedio de ingresos de los hombres en el área rural es de G. 2.293.000, mientras que el de las mujeres rurales, G. 1.301.000 (43% menos).

Además, menciona que la mujer debe soportar una serie de obstáculos y los describe. Empieza mencionando las brechas de género en el campo, puesto que las mujeres se enfrentan a una serie de dificultades estructurales que las ubican en posiciones de desventaja y vulnerabilidad, poniendo en riesgo el cumplimiento de sus derechos y limitando su poder transformador para el desarrollo rural.

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Siguiendo con el mismo universo, la organización cita la tenencia de tierra, tienen menores áreas, reciben menos asistencia técnica y acceden menos a servicios financieros. La distribución de la propiedad refleja que el 73% de las fincas están en manos de hombres, mientras que el 27% pertenecen a mujeres en calidad de titulares, ocupantes o solicitantes, según datos que recabó del Instituto Nacional de Desarrollo Rural y de la Tierra (Indert).

Agrega lo relacionado al acceso a educación, detallando que en las Escuelas Agrícolas subvencionadas por el Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG), en total se registran 1.311 matriculados, de los cuales 1.089 (83%) son hombres y 222 (17%) mujeres, de acuerdo con la Dirección de Género y Juventud (2017).

La FAO destaca que educación es un factor preponderante del empoderamiento social y político de las mujeres, por lo tanto, sostiene, que las brechas de acceso a una formación técnica agrícola repercuten luego en la participación de las mujeres en otros ámbitos tales como el organizativo, el laboral, el académico y el de la investigación científica agropecuaria.

En cuanto a lo relacionado a las mujeres indígenas y los derechos territoriales y la tenencia de la tierra, la situación de vulnerabilidad asegura que es más compleja.

Datos del último Censo Indígena del año 2002 indican que solo el 54% de las comunidades indígenas asentadas en sus propios territorios poseen títulos de propiedad. Añade que la titularidad de la tierra en las comunidades indígenas es colectiva y esto no debería entenderse como un obstáculo para las mujeres y su desarrollo; sin embargo, una de las amenazas más importantes para las mujeres indígenas y sus comunidades en la actualidad es la expansión de la frontera agrícola y ganadera sobre sus territorios, lo que implica deforestación, contaminación ambiental y pérdida de biodiversidad, deteriorándose gravemente su seguridad y soberanía alimentaria, su salud y calidad de vida en general.

Además, la FAO considera que la pérdida de territorios implica en muchos casos la migración de los varones para trabajar fuera de sus comunidades y del campo. En esta situación, las mujeres indígenas asumen el sostenimiento de la comunidad, multiplicándose las tareas de subsistencia, ya que absorben también aquellas que tradicionalmente realizan los hombres.

En cuanto al aspecto forestal, la organización señala que las mujeres se encuentran en desventaja en cuanto al acceso y control sobre los recursos forestales y a la disponibilidad de oportunidades económicas. “Las actividades forestales suelen estar diferenciadas por género: mientras que los hombres suelen estar interesados en los árboles con fines comerciales, las mujeres son más proclives a favorecer los productos forestales para la subsistencia, como para la alimentación, leña, forraje y mejorar la fertilidad del suelo”, afirma.

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La FAO asegura que las mujeres a menudo tienen un conocimiento muy especializado de los árboles y los bosques en cuanto a diversidad de especies, ordenación y usos para diversos fines y una buena comprensión de las prácticas de conservación. Incluso, compara con los hombres, asegurando que el conocimiento de las mujeres tiende a estar vinculado más directamente con el consumo de alimentos en el hogar y la salud, que puede ser particularmente importante durante las crisis alimentarias, cuando la recolección y venta de productos forestales de las mujeres pueden ser fundamentales para la supervivencia de la familia.

Pese a esto, estima que el conocimiento de las mujeres rara vez se reconoce en los planes de ordenación forestal y apunta a la necesidad de apoyar el conocimiento de las mujeres sobre cuestiones forestales para mejorar los medios de vida rurales y fortalecer la resiliencia de los hogares.

Basado en todas estas afirmaciones, respaldados por diferentes instituciones locales y organizaciones internacionales, la FAO destaca que el mejor homenaje es trabajar por la eliminación de las brechas de género, con lo cual surgió el proyecto denominado “Proeza”, acrónimo de Pobreza, Reforestación, Energía y Cambio Climático. Con este plan, informa que apunta a generar un impacto en la reducción de las brechas de género vinculadas al cambio climático, generando condiciones igualitarias de participación para las mujeres rurales en el acceso y control de los activos y recursos naturales y productivos, la información y el conocimiento.

A pesar de avances, limitadas oportunidades económicas

El Banco Mundial emitió un informe en el cual analiza que la pandemia del COVID-19 acentuó las desigualdades de género. Afirma que los países continúan avanzando lentamente hacia una mayor equidad de género; sin embargo, las mujeres en todo el mundo se enfrentan a leyes y regulaciones que limitan sus oportunidades económicas, especialmente frente a los nuevos desafíos causados por la crisis sanitaria, en materia de salud, seguridad, y protección económica.

El reporta reflexiona que las reformas adoptadas para eliminar los obstáculos a la inclusión económica de las mujeres han sido lentas en muchas regiones y al mismo tiempo desiguales entre estas mismas, basándose en el informe Mujer, Empresa y el Derecho 2021. Indica que, en promedio, las mujeres tienen sólo tres cuartas partes de los derechos reconocidos a los hombres y que las mujeres ya se encontraban en desventaja antes de la pandemia, y las iniciativas gubernamentales a fin de atenuar algunos efectos de la crisis, si bien innovadoras, han sido limitadas en muchos países, señala.

“Las mujeres deben ser plenamente incluidas en las economías para lograr mejores resultados en materia de desarrollo”, dijo David Malpass, presidente del Grupo Banco Mundial.

En cuanto a reportes locales, el Instituto Nacional de Estadística (INE), informa que persiste una brecha salarial alta entre las remuneraciones de hombres en comparación a las de las mujeres. Así el promedio mensual de ingresos para los hombres fue de G. 2.521.000 en el último trimestre del 2020, frente a G. 2.005.000 que percibieron como remuneración las mujeres en el mismo periodo. Es decir, la diferencia del 20% que en valores es de G. 516.000 más que perciben los hombres.

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