La CEP lamenta la falta de una acción, gestión eficaz y acertada para disminuir la población penal sin condena y evitar el hacinamiento que va en detrimento de los derechos básicos de toda persona humana. El martes pasado, un violento motín en la cárcel de Tacumbú segó la vida de siete personas y dejó varios heridos. Según los pastores, aquél acontecimiento “nos muestra, una vez más, la pésima condición en la que se encuentran nuestros reclusorios y todo el sistema penitenciario paraguayo”.
Además, para la CEP, estos hechos evidencian que de nada sirve una superestructura para recluir a las personas que tienen cuentas pendientes con la justicia si sigue imperando la alta corrupción en las cárceles y si no se realiza una profunda reforma penitenciaria. Añaden que preocupa también la extrema violencia con las que actúan grupos criminales que condicionan con chantajes a las autoridades nacionales y tienen control sobre la población carcelaria. “Son cada vez más numerosos y violentos”, expresan los religiosos.
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Para la CEP, muchos de los que son privados de su libertad y se encuentran cumpliendo una condena o esperan que la justicia obre acorde a la ley tienen sueños y esperanzas, tienen familias que los esperan y quieren verdaderamente reinsertarse a la sociedad.
En ese sentido, la institución exhorta al Gobierno Nacional, el Poder Judicial y al Legislativo a redoblar esfuerzo y desafiarnos a una mirada mucho más humana y humanizante a favor de las personas privadas de libertad que “verdaderamente merecen una segunda oportunidad, al fin y al cabo, es un beneficio para toda la población”.
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Hay que buscar oportunidades
El colegiado episcopal recuerda que el Papa Francisco, como pastor de rebaños, siempre visitó las cárceles y a las personas privadas de libertad. En una oportunidad cuando visitó la cárcel Curran-Fromhold de Filadelfia (EE.UU) dijo: “Es penoso constatar sistemas penitenciarios que no buscan curar las llagas, sanar las heridas, generar nuevas oportunidades” e hizo un ejercicio de analogía recordado el lavado de pies, que desde el punto de vista cristiano, significa el servicio hacia los demás y que todos somos hijos de Dios con igualdad de condiciones.
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En aquel tiempo, setiembre del año 2015, año en que visitó también nuestro país, el Papa manifestó su deseo a los recluidos y expresó que “quiere que volvamos a los caminos, a la vida, sintiendo que tenemos una misión; que este tiempo de reclusión no ha sido nunca un sinónimo de expulsión”.