La mayoría de la población paraguaya recuerda aún las grandes monedas de G. 500 que empezaron a circular en 1997. Desde entonces, la emisión vino acompañada de una leyenda de que supuestamente algunas de ellas contenían oro.
El investigador numismático Raúl Olazar, quien también forma parte de varios comités internacionales que se dedican a esta afición, recuerda en conversación con ABC de dónde supuestamente nació esta descabellada versión.
El mito creció a medida que las redes sociales potenciaron esta falsedad: tal es así que en los grupos de aficionados al coleccionismo pululan este tipo de consultas. Muchos “vivos” inundan los foros intentando vender y muchos, subjetivados por la historia, intentan hacerse de estas monedas que dejaron de circular en 2009 al ser reemplazadas por una más pequeña, de color plateado, que es la que está vigente hasta ahora.
“La historia incluso la conocen coleccionistas y numismáticos en otros países”, dice Olazar para exponer el alcance de esta información. La respuesta a cómo surgió parece ser muy simple y tiene que ver con un arbusto. Sí, un arbusto.
“Hay coleccionistas que mencionan que el primer lote de monedas de G. 500 —de 1997— presentaba una falla y por eso el diseño se cambió y se mantiene hasta hoy”, detalla Olazar.
El diseño tenía que ver con el reverso de la moneda, en donde aparece un arbusto frente a la fachada del edificio del Banco Central del Paraguay (BCP). Las primeras monedas emitidas por la Royal Mint de Inglaterra tenían este arbusto.
“Existen dos diseños del reverso de estas monedas correspondientes al año 1997, una con arbusto y otro diseño posterior, sin el arbusto, con el valor “500” debajo de la fachada del Banco Central. Probablemente fue un error en el diseño enviado, ya que ese mismo año cambiaron el arbusto frente a la fachada del BCP”, narra el investigador.
La leyenda del oro en las monedas comenzó cuando un coleccionista, cuya identidad no se conoce, realizó una publicación en un diario local en donde anunció que iba a comprar todas las monedas que le acerquen, entre ellas, la de G. 500 (sin mencionar si era con o sin el arbusto). Eso es, según la investigación de Olazar, lo que hasta hoy genera confusión en las personas.
“La gente no entendía cómo era posible que alguien pague hasta G. 50.000 por una moneda siendo nueva. El error al parecer fue en la primera emisión de 500 guaraníes con arbusto. Sin embargo, esta moneda es la que más circulaba en el mercado y la que más se intercambia o vende entre coleccionistas. El lote especial es el que no tiene el arbusto, sino el número “500”, ya que existen en menor cantidad. Esta serie es más requerida o apreciada por los coleccionistas”, agregó Olazar.
Desde ese momento, parte de la población comenzó a rumorear que el coleccionista era en realidad un extranjero que derretía las monedas, les quitaba el oro y las llevaba al extranjero para comercializar. La historia dice, según algunas versiones, el oro está en el relieve de los arbustos. “Desde luego, esto es totalmente falso”, sentencia el aficionado a la numismática.
Desde el 7 de enero de 2011 dejaron de tener curso legal los billetes de G. 1.000 y las monedas emitidas con anterioridad al 2006. La banca matriz (BCP) calculó que existían 25 millones de unidades de billetes de 1.000 y más de 743 millones de unidades de monedas que debían ser quitadas de circulación. Este proceso es conocido como desmonetización.
Las monedas afectadas por la medida fueron las de 500, 100, 50, 10, 5 y 1 guaraní, además de las plateadas de 50, 10, 5 y 1 guaraní, formato grande, también emitidas con anterioridad al año 2006.