“Al tiempo que redoblamos esfuerzos para vencer al virus, debemos adoptar medidas a escala lo antes posible para paliar sus efectos en los planos económico, social y laboral. En particular, fomentar el empleo y la actividad empresarial y garantizar los ingresos”, señaló Ryder.
Por consiguiente, la OIT se ha visto obligada a revisar drásticamente las previsiones de recuperación del mercado laboral hechas a finales de junio, y que hoy resultan demasiado optimistas ante el resurgimiento del covid-19 en numerosos países.
Por ejemplo, la semana del 14 al 20 de septiembre se registró un número sin precedentes de 2 millones de nuevos casos, según las cifras de la Organización Mundial de la Salud, aunque las muertes están disminuyendo.
Las últimas proyecciones de la OIT para los tres últimos meses del año prevén ahora una disminución global de las horas trabajadas del 8,6% con relación al mismo período del año anterior.
Esto se compara con la reducción del 4,9% prevista por la organización en sus últimas previsiones en junio.
Esta nueva estimación corresponde a la pérdida de 245 millones de puestos de trabajo a tiempo completo, algo menos del doble de los 140 millones estimados en junio.
“Está muy claro que existe un vínculo fuerte entre nuestro rendimiento en materia de salud y nuestro rendimiento socioeconómico”, subrayó Ryder.
La OIT señala también que “una de las razones de estos aumentos estimados de las pérdidas en horas trabajadas es que, en los países en desarrollo y en los países emergentes, los trabajadores se han visto mucho más afectados que en las crisis anteriores, especialmente las personas que trabajan en la economía informal”.
En los nueve primeros meses del año, la OIT estima que el total de los ingresos laborales ha disminuido en un 10,7%, lo que equivale a 3,5 billones de dólares si se compara con el período entre enero y septiembre de 2019, excluidas las medidas de apoyo a los ingresos establecidas por los gobiernos.