Una millonaria coima para “importar” palestinos en la época de Stroessner

El periodista Eran Cicurel, editor de noticias internacionales de la radio pública israelí (KAN, o, en inglés, Israel Public Broadcasting Corporation), obtuvo un documento de 1969 que revela un plan secreto para traer a Paraguay a 60.000 palestinos de las zonas recientemente ocupadas, a cambio de una coima que hoy equivaldría a unos 15 millones de dólares por lo menos. El proyecto se llegó a iniciar y luego fracasó abrupta y trágicamente.

Tapa de ABC Color del 5 de mayo de 1970, reportando sobre el atentado ocurrido el día anterior.
Dictador Alfredo Stroessner.
“Dama de Hierro” Golda Meir.
audima

La aldeana y tranquila Asunción de 1970 se vio sacudida a las 10:40 del 4 de mayo de ese año, cuando dos jóvenes palestinos ingresaron armados a la Embajada de Israel, en Alberdi y Pdte. Franco, exigieron ser atendidos por el embajador Benjamin Varon, y terminaron asesinando a la secretaria Edna Peer, esposa del Primer Secretario, e hiriendo seriamente a la recepcionista Diana Zawluk, quien por fortuna logró sobrevivir.

Los autores, Halaj Kasbui y Talal El-Damsa, de 21 y 20 años, respectivamente (tomamos los nombres de la publicación de ABC de la época, otras fuentes los identifican como Kalil Abed Rabu Derwish Kassal y Talal Mota Demasi), fueron arrestados fácil y rápidamente horas después, uno frente al Lido Bar y otro en una pensión en San Lorenzo, y más adelante condenados a 13 años de prisión.

Telón de fondo

En su momento se dijo que eran terroristas de al-Fatah, brazo armado de la OLP (Organización para la Liberación de Palestina), y esa siempre se mantuvo como versión oficial. Pero este documento hallado 50 años después echa nuevas luces sobre el oscuro suceso y da indicios de que aquel fue solo el lúgubre final de un fallido proyecto que implicaba poco menos que una masiva trata de personas, donde se mezclaron intereses políticos, conflictos internacionales, devaneos de ingeniería social, negociaciones secretas y la más simple y pura corrupción.

Se trata del acta de una reunión reservada entre la primera ministra Golda Meir y los componentes más cercanos de su gabinete, donde se discute un informe elevado por la Mossad (servicio de inteligencia israelí) acerca de tratativas que se habían llevado a cabo con el gobierno paraguayo.

Se menciona un “Instituto Paraguayo de Agricultura e Inmigración”. Este ente, que sepamos, nunca existió en Paraguay con ese nombre (es posible que se trate de un defecto de traducción), pero seguramente la alusión correspondía a la Dirección de Migraciones, a cargo del Cnel. Victoriano Benítez Vera, dependiente del Ministerio del Interior, cuyo titular era el ya superpoderoso Sabino Augusto Montanaro.

Coima de US$ 15 millones

El trato propuesto consistía en un acuerdo según el cual Israel enviaría a 60.000 migrantes palestinos de los territorios ocupados en un plazo de cuatro años, se encargaría de su manutención mientras se pudieran adaptar, y pagaría “al gobierno paraguayo” un monto de 33 dólares por cabeza.

No está claro a qué exactamente se referían con “gobierno paraguayo” –aunque el informe en una parte llega a mencionar directamente al “Presidente” (Alfredo Stroessner)– ni el concepto específico de ese pago, pero dado el secretismo con que se manejó, y conociendo a aquellos personajes, lo más probable es que se trataba de un liso y llano soborno.

De haberse concretado todo el operativo, el monto total ascendía a 1.980.000 dólares de la época. Solo considerando la inflación de Estados Unidos, ello representaría hoy la nada despreciable suma de 15 millones de dólares, y si tomamos en cuenta la paridad de compra (en 1970 se podía comprar un auto pequeño por 500.000 guaraníes en Paraguay, unos 4.000 dólares al cambio oficial de 126 guaraníes por dólar), probablemente mucho más.

Motivos

El plan aparentemente había sido urdido originalmente por el primer ministro Levi Eshkol, y retomado por la célebre “Dama de Hierro” que lo sucedió en el poder tras su súbita muerte en febrero de 1969.

La Guerra de los Seis Días (1967) había ampliado considerablemente el territorio del todavía joven Estado de Israel, pero también los conflictos implícitos. El principal de ellos era que se agregaba bajo su control una población árabe de un millón de personas, gran parte hacinada en campos de refugiados, donde primaban la pobreza extrema, el alto desempleo, el descontento social y el radicalismo.

Además de querer ocupar esas nuevas tierras con colonos propios, los líderes israelíes estaban preocupados tanto por las consecuencias de ese explosivo escenario en el corto plazo como por las inquietantes proyecciones demográficas a mediano y largo plazos, por lo que empezaron a evaluar iniciativas de emigración de la población árabe a otras partes del mundo, ya fuera voluntaria, a cambio de incentivos, o de alguna manera forzosa.

Contingente de 33

Paraguay en los años sesenta tenía como política la atracción de inmigrantes, y de hecho para entonces ya existía una considerable población árabe en el país, pero es obvio que estas tratativas no se hicieron de manera abierta y transparente.

A tal punto es así que casi nadie en Paraguay tiene conocimiento de estas negociaciones. Solo hemos podido dar con una persona que supo de ellas por fuentes indirectas y que accedió a hablar con nosotros a condición de que no se publicara su nombre.

De acuerdo con su versión, ese mismo año (1969) arribó un primer y único contingente de 33 palestinos, que recibieron pasaporte y nacionalidad paraguayos en 24 horas, pero el operativo se interrumpió inmediatamente cuando llegó a oídos del dictador, que supuestamente no estaba enterado, algo bastante difícil de imaginar.

Siempre según esta fuente, Stroessner mantenía buenas relaciones tanto con los países árabes como con Israel y no quería involucrarse en el conflicto, por lo que no solo destituyó al director de Migraciones, sino que convocó a los representantes de los países árabes que había en el país para ponerlos al tanto. Ellos eran Rafael Nasta, cónsul honorario de Jordania; Jorge Daniel Nasta, cónsul honorario de Siria (padre y tío, respectivamente, del conocido publicista Daniel); y Emilio Fadlala, cónsul honorario del Líbano, los tres fallecidos.

Sin embargo, según nuestras averiguaciones, Benítez Vera siguió como director de Migraciones hasta 1976, y ciertamente Stroessner no destituyó a Montanaro.

Bajo la alfombra

Una hipótesis más probable es que el plan se vino abajo cuando se produjo el atentado a la Embajada de Israel, que no habría tenido motivaciones políticas. Los atacantes no eran profesionales, sino dos jóvenes casi adolescentes sin entrenamiento que se dejaron atrapar ingenuamente.

La misma fuente comenta que Israel les había prometido a los palestinos un estipendio mensual para subsistir en un país extraño del que no sabían ni lo básico del idioma. Esos pagos se fueron reduciendo y espaciando, lo que generaba una creciente tensión con los inmigrantes. Los jóvenes consiguieron un arma y se ingeniaron para entrar con ella a la embajada para amenazar a Benjamin Varon y exigirle el dinero acordado. Cuando la secretaria tomó el teléfono para comunicarse con el embajador, seguramente creyeron que estaba llamando a la policía, se asustaron, reaccionaron, con el trágico resultado conocido.

Si hubieran sido realmente terroristas, el comportamiento de la dictadura posiblemente habría sido otro. En cambio, no se hizo demasiada publicidad del asunto, los jóvenes fueron juzgados sigilosamente, recibieron condenas relativamente bajas, Israel nunca reclamó su extradición. En otras palabras, pusieron todo bajo la alfombra.

¿Qué fue de ellos?

No sabemos qué fue de aquella treintena de inmigrantes; si se quedaron, si se fueron, si hay descendientes afincados en el país, quedamos atentos a nuestros lectores por si alguien tenga alguna relación con ellos o pueda aportar datos al respecto.

A nuestro colega Eran Cicurel también le llama la atención que Israel haya realizado acuerdos con un régimen que tenía fama de proteger a criminales nazis, y se pregunta si la intención de “exportar” palestinos guarda alguna relación con la decisión de suspender la práctica de “cazar nazis” en Sudamérica, precisamente en 1969. Tampoco lo sabemos.

Lo que sí sabemos es que, como demuestra esta historia una vez más, a nuestros gobernantes y políticos de ayer y de hoy nada de eso les importa demasiado. Que se traslade a gente como manada de animales y se la haga aterrizar en un país extraño sin ningún apoyo es lo de menos. Prestarse como intermediarios para vender armas a la Sudáfrica del Apartheid, ¿qué más da? Actualmente, congraciarse con el régimen chino que aplasta los derechos humanos, ¿y eso qué? Aprovecharse de la pandemia del covid para dar el “golpe”, no es para tanto. ¿Vender el interés paraguayo en las binacionales?, para cuándo la vida. Lo único que cuenta para ellos es la debida “compensación”.

arivarola@abc.com.py

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