Fidel Fernández contó en su perfil de Facebook que se topó anoche con dos serpientes que, de acuerdo a las imágenes que compartió, serían de la especie anaconda amarilla (Eunectes notaeus y popularmente conocida como kuriju o curiyú). Las llevó de vuelta hacia la ribera para protegerlas.
“Apeligraban ser arrolladas por cualquier vehículo (...) me pareció mejor que pasar la baranda y devolvérselas al río donde pertenecen” (sic) posteó en la red social junto a unas fotografías.
La kuriju no es venenosa. Se trata de una serpiente constrictora de la familia de las boas, endémica de los ríos del trópico de Sudamérica. No es común que ataquen a los humanos, a menos que se sientan en peligro o asustadas.
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En la zona de la bahía asuncena del río Paraguay es común encontrar estos reptiles. Cuando intervienen bomberos o las rescatan agentes de la Policía Urbana en la zona de la Costanera de Asunción, son liberadas o trasladadas al zoológico de la ciudad, ya que en ocasiones presentan lesiones porque son atacadas por personas.
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De acuerdo con la Policía Urbana, hay pobladores de la zona de la Chacarita que las atrapan y las comercializan ilegalmente. Según datos que manejan, se llega a pagar G. 500.000 por cada kuriju.
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La organización ambientalista Snake’s Blues se dedica a rescatar reptiles en Asunción y el área metropolitana. Tiene un canal de YouTube en el que suben videos de sus procedimientos con el objetivo de crear conciencia en la ciudadanía para la protección y preservación de las serpientes.