La imagen que se observa fue captada en una de las salas del segundo piso, área de cirugía general e internación. El familiar del paciente que se encontraba en el lugar, a pesar de las prohibiciones de introducir alimentos en el bloque, no tuvo mejor idea que degustar unos mangos cuyas cáscaras tiró al piso.
El hecho que sucedió ayer fue reclamado por el director médico y encargado del área, Dr. Víctor Luraschi, quien le indicó que está totalmente prohibido introducir y, por ende, ingerir alimentos dentro de las salas de internados al igual que en los pasillos. Luego de unas horas y pese a la advertencia, el hombre lo volvió a hacer y nuevamente con mangos.
En ambas oportunidades, tanto el director médico como las enfermeras del área recogieron los restos y limpiaron el lugar, ya que el protagonista de la historia se negó a hacerlo.
“Sea quien sea, sin importar condición económica y estatus social, todo paciente es tratado de la misma forma. Todos tienen los mismos derechos y también las mismas obligaciones. Los pacientes firman un documento donde se expresan las prohibiciones, como no comer en las salas y pasillos, no tomar mate y tereré, pero igual sucede todos los días. Peor lo hacen si les reclamás”, indicó Luraschi.
Destacó el esfuerzo del administrador del nosocomio y dijo que hicieron todo lo posible para conseguir basureros con indicadores para la clasificación de residuos orgánicos e inorgánicos, además de otros tachos para el patio, pero igual muchos usuarios no utilizan los recipientes y prefieren triar la basura suelo. Aseguró que la lucha es constante ante la irresponsabilidad de la gente.
La degustación de mangos dentro de la sala sobrepasó los límites.
“Se colocaron cámaras para el monitoreo del personal, del paciente y sus familiares sin invadir la privacidad de cada uno. Todos los días observamos, inmediatamente limpiamos todo para la comodidad del paciente, pero no basta. En este lugar, si el paciente no requiere de la ayuda de un familiar para movilizarse, queda solo al cuidado de las enfermeras y eso los familiares no entienden. Traen sus sillones, sus radios, cubiertos, comidas y entran en las salas”, lamentó Luraschi.