Mientras en el Alto Chaco ya se habían extendido los incendios que ahora se están reactivando por el viento en la zona de Chovoreca, sigue la lucha en el Chaco boliviano y sobre todo en la Chiquitanía, con ayuda internacional. Tanto organizaciones públicas como privadas no tienen dudas de que el inicio de la mayoría de los incendios, tanto en el Gran Chaco Sudamericano como la Chiquitanía y la Amazonia fueron provocados semanas atrás por el hombre para limpiar superficies de manera tradicional, y las llamas después se volvieron incontrolables.
El Sistema de Alerta Gran Chaco (Proadapt), que trabaja con fondos del Banco Interamericano de Desarrollo y Fondo Nórdico de Desarrollo (FND), en cooperación con la Red de Estaciones Meteorológicas Trinacionales del SENAMHI (Bolivia), la DINAC (Paraguay) y estaciones del INTA (Argentina), sostiene que al menos para el Gran Chaco Sudamericano hubo alertas de vientos lo que hizo que el fuego se extienda más y no se tuvo en cuenta previamente.
Sostiene, además, que los incendios forestales este año han sido potenciados no solo por el viento, sino también por una extensa masa combustible. “Lo que nosotros venimos viendo en el Gran Chaco este año, y el anterior, es una situación de exceso de humedad, que generó un mayor crecimiento de pastos. Luego, en el mes de julio, vino el frío y, posteriormente, la sequía (normal de la época), que secó esos pastos crecidos en exceso”, dice Luis María de la Cruz, de Proadapt. Es decir, de manera inédita la región del Gran Chaco tuvo humedad hasta el mes de julio, lo que se sumó a las inundaciones que hicieron crecer mucha vegetación, soportando luego dos a tres importantes heladas severas que secaron la masa vegetal, generando la existencia de mucha masa combustible.
TENER EN CUENTA LAS ALERTAS
La pregunta es si la alerta sobre los vientos llegó a toda la población, y en qué medida fue tomada en cuenta, para realizar quemas o suspenderlas, entendiendo que el exceso de vegetación, la sequedad y el viento les iba a jugar en contra. “La situación que refleja el desastre ambiental que experimentan ecorregiones de importancia mundial como la Amazonia, la Chiquitanía y el Gran Chaco nos obliga a reflexionar sobre el valor de los pronósticos y las alertas, para adaptar nuestros medios de vida al nuevo contexto climático. ¿Qué hubiera sucedido si un porcentaje importante de los incendios provocados o “chaqueos” se hubieran realizado con condiciones climáticas de menos riesgo, si el productor, criollo, campesino hubiera conocido o tomado en cuenta las alertas? Seguramente, no se estaría hablando del desastre natural actual, y mucho menos de la pérdida de uno de los ecosistemas más frágiles y únicos en el mundo, como el bosque chiquitano”, afirma la organización. Asegura que “un chaqueo o incendio controlado, que se realice con un viento de 60 a 100 km/h, se transforma en algo incontrolable”.
POBLACIÓN DEBE COOPERAR
Insta a mejorar la infraestructura de comunicaciones y expandir los procesos de sensibilización y capacitación. Dice que el rol que juegan hoy en día las estaciones meteorológicas, los sistemas de alertas y las redes de información son preponderantes para la generación y difusión de información certera y oportuna. “Como sociedad nos obliga a conocer cómo funciona una alerta, un pronóstico y a entender sus conceptos. Empezar a demandar estos datos como una información cotidiana y valiosa, tan importante como el precio de la canasta familiar para planificamos nuestras tareas y economía”. sostiene. Para que esto pueda funcionar, agrega que en territorios tan extensos como región amazónica y del Gran Chaco, que en su mayoría tienen ausencia de estaciones meteorológicas, la ayuda de la población es preponderante al momento de emitir información orientada a alertar y prevenir.