“Hablé con el presidente ‘Marito’, una persona excepcional, y como tenemos un mar de agua dulce vamos a producir tilapia y comer pez en Paraguay y Brasil”, señaló Bolsonaro durante la transmisión semanal en su canal de Facebook.
No obstante, el gobernante no se manifestó sobre la situación que enfrenta su homólogo paraguayo, Mario Abdo Benítez, quien este jueves alejó el fantasma del juicio político tras la anulación de un acuerdo energético con Brasil, que fue el detonante de una crisis que le ha tenido una semana contra las cuerdas.
Justo el estopín de la crisis fue el asunto de la Binacional Itaipú, que tiene 29.000 millones de metros cúbicos de agua en sus 170 kilómetros de extensión y que según Bolsonaro “en una hectárea” del lago pueden producirse “cien toneladas anuales de tilapia con tanque de red”.
“Tenemos que estimular la producción piscícola en esa área y vamos a utilizar la tecnología Empraba”, instituto estatal de investigación agropecuaria, detalló Bolsonaro, quien estuvo acompañado del secretario nacional de Pesca, Jorge Seif Júnior.
De acuerdo con el secretario, “la parte brasileña está 100 % lista para comenzar a producir tilapia” y “el lago de Itaipú puede producir el doble de lo que se produce el país, el país con más recursos hídricos del mundo”.
Bolsonaro, un aliado de Benítez en la región, no se pronunció directamente sobre la crisis en el vecino país, pero la cancillería brasileña, en un comunicado, apuntó este jueves que el mandatario paraguayo reúne “todas las condiciones” para “continuar conduciendo” el proyecto de desarrollo de Paraguay.
“El desarrollo de Paraguay y su participación activa como valioso miembro del Mercosur y de la comunidad hemisférica es de enorme interés para Brasil, el Gobierno brasileño está convencido de que el presidente Mario Abdo (Benítez) reúne todas las condiciones para continuar conduciendo ese proyecto”, señaló el comunicado.
La declaración de la Cancillería tuvo lugar mientras en Asunción se informaba la anulación del pacto. En el polémico acuerdo, firmado en mayo pasado pero solo hecho público la semana pasada, se definió la contratación anual de distribución de la energía de la hidroeléctrica de Itaipú, segunda mayor del mundo y compartida por Paraguay y Brasil.
La oposición paraguaya ha acusado al Gobierno de Benítez de “secretismo” y de entregar la soberanía a Brasil, y ha impulsado en el Congreso un juicio político contra el mandatario. La crisis política en nuestro país por el acuerdo considerado perjudicial para el país se agudizó el miércoles con informaciones que salpican en las cuestionadas negociaciones al vicepresidente, Hugo Velázquez, y con la dimisión del quinto miembro del gabinete en lo que va de la semana.
Según la oposición paraguaya, el acuerdo que terminó beneficiando a empresas brasileñas en la distribución de energía fue negociado por representantes de la Cancillería paraguaya que apartaron de las conversaciones a los técnicos de los reguladores de energía en Paraguay.
Sin embargo, los Gobiernos de Paraguay y Brasil dejaron sin efecto el acta bilateral de compra de energía de la represa de Itaipú firmada por ambos países, en una reunión en la Cancillería paraguaya entre el nuevo canciller, Antonio Rivas, y el embajador brasileño, Carlos Simas Magalhaes.