Si los perros experimentan emociones complejas como la vergüenza ha intrigado a los científicos y dueños de mascotas durante años.
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La vergüenza, en términos humanos, es una emoción social compleja que a menudo está relacionada con normas culturales y comportamientos inadecuados o fallas percibidas.
Implica la autoevaluación y un reconocimiento de cómo uno es visto por otros.
Emociones en perros
Los perros tienen un complejo sistema emocional que les permite sentir una variedad de emociones básicas, como alegría, miedo y enfado.
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Estas emociones son similares a las que experimentan los humanos y son fácilmente observables en las interacciones diarias con las mascotas.
Sin embargo, las emociones complejas, como la vergüenza, requieren un nivel avanzado de autoconciencia y percepción de normas sociales que podrían estar más allá de las capacidades emocionales de los perros.
Aunque es difícil medir esto con precisión, varios estudios sugieren que los perros no poseen la cognición necesaria para experimentar emociones tan avanzadas.
Muchos dueños de perros han observado comportamientos en sus mascotas que podrían ser interpretados como vergüenza: caderas bajas, orejas hacia atrás y evitación de contacto visual después de haber hecho algo que saben que a sus dueños no les gusta.
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Sin embargo, los estudios sugieren que estos comportamientos podrían ser respuestas a las reacciones y el lenguaje corporal de los humanos, más que un reconocimiento de haber hecho algo “malo”.
Condicionamiento y responsabilidad
Los perros son animales altamente inteligentes que responden al condicionamiento.
Pueden aprender a asociar ciertas acciones con reacciones humanas negativas, lo que genera comportamientos que podrían parecer remordimiento o vergüenza.
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Este proceso no implica necesariamente la emoción compleja de la vergüenza, sino una respuesta condicionada.
La mayoría de los expertos en comportamiento animal coinciden en que los perros no experimentan vergüenza de la manera que lo hacen los humanos.
En cambio, lo que parecen ser signos de vergüenza son probablemente respuestas aprendidas a las reacciones de los dueños.
Los responsables de su comportamiento deben interpretar el lenguaje corporal de los perros atendiendo más a sus necesidades emocionales y recordando que sus reacciones son a menudo una respuesta a nuestro propio comportamiento.
Si bien es posible que los perros no sientan vergüenza como los humanos, esto no disminuye la profundidad de su capacidad emocional.
Los humanos y los perros comparten un vínculo único que trasciende la similitud exacta en las emociones y pone de relieve nuestra conexión con ellos y su increíble adaptabilidad.
En definitiva, lo importante es reconocer y respetar las emociones que nuestros perros pueden experimentar y responder adecuadamente a sus necesidades como seres vivos que sienten.