Los humanos que alimentaban a los lobos pudieron ayudar a su domesticación

MADRID. Los humanos que alimentaban a los lobos con sobras de carne magra durante los duros inviernos pueden haber tenido un papel en la domesticación temprana de los perros, hacia el final de la última edad de hielo, hace entre 14.000 y 29.000 años, según un estudio publicado en Scientific Reports.

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Humanos y lobos eran cazadores en manada de presas grandes y competían por los recursos, además podían matarse entre sí, por eso los autores del estudio se preguntaron por qué los humanos acabaron domesticando una especie competitiva.

Un equipo de expertos europeos y estadounidenses, encabezados por Marian Lahtien, de la Autoridad Alimentaria de Finlandia, considera que los cazadores-recolectores del Pleistoceno tardío en Eurasia tendrían un excedente de proteína derivada de animales que podrían haber compartido con los perros incipientes, reduciendo así la competencia por las presas.

El motivo de ese sobrante es que, con la excepción de mustélidos como las comadrejas, todas las especies de presa habrían suministrado más proteínas de las que los humanos podrían comer, pues su consumo estaba limitado por la capacidad del hígado para metabolizarlas.

Los humanos de aquella época pudieron haber seguido una dieta basada en animales durante los inviernos, cuando los alimentos vegetales eran limitados. Sin embargo, es probable que no estuvieran adaptados a una dieta solo de proteínas y prefirieran la ingesta de carne rica en grasa frente a la carne magra y rica en proteínas.

Los lobos, por su parte, pueden sobrevivir con una dieta basada únicamente en proteínas durante meses, por eso los humanos pueden haber alimentado con el exceso de carne magra a los lobos mascota, lo que puede haber permitido la compañía entre ambos durante los duros meses de invierno.

Alimentar a los lobos con esa carne puede haber facilitado la cohabitación con los lobos capturados, haciéndolos más dóciles, y habiendo favorecido su uso como ayuda para la caza y como guardianes, lo que habría facilitado aún más el proceso de domesticación completa del perro.

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