Las leptospiras son unos patógenos filamentosos que se originan en la orina de pequeños roedores y que se extienden por todo el cuerpo del animal en el plazo de una semana.
En un primer momento, los síntomas de la leptospirosis no son muy concretos. El animal se muestra lánguido, no tiene apetito y tiene fiebre. Si no se trata a tiempo, poco después sufre insuficiencia renal. Y si la enfermedad ya está muy avanzada ningún remedio permitirá que el perro sobreviva.
Sin embargo existe una profilaxis eficaz, ya que se puede vacunar contra la leptospirosis. Iniciamente hay que administrar dos tomas en intervalos de tres a cuatro semanas, y luego dosis anuales.
“Sin embargo, los dueños de la mascota deben asegurarse de que su veterinario utilice una vacuna que englobe a cuatro subespecies de leptospirosis”, aconseja Tina Hölscher, veterinaria.
Si se utiliza la vacuna actualizada, el animal estará protegido de la mejor manera posible. Y en ese caso, ya no habrá problemas con el agua de los charcos.