En una entrevista con el diario hongkonés South China Morning Post, el que también fuera comisario europeo de Comercio entre 1999 y 2004 aseguró que "lo que China tiene que hacer es hablar con otras potencias comerciales como la UE, India, Japón o Corea y buscar una postura común".
El francés, que ocupó la jefatura de la OMC entre 2005 y 2013, indicó que "el 80 % de las potencias comerciales en el mundo que no son EE. UU. pueden mantener abierto el comercio entre ellos y decidir qué hacer con EE.UU".
Durante la campaña que precedió a su victoria electoral, Trump prometió aranceles de entre el 60 y el 100 % para los bienes importados desde China, así como otro general de entre un 10 y un 20 % para todos los provenientes del extranjero. Cabe recordar que, durante su primera etapa en la Casa Blanca (2017-2021), el republicano inició la guerra comercial contra China.
Lamy, actualmente profesor honorario de la Escuela Internacional de Negocios China-Europa (CEIBS), considera que Trump está equivocado en su diagnóstico sobre el impacto del comercio exterior sobre la economía de su país: "Lo que ocurre es que EE.UU. consume demasiado y ahorra demasiado poco".
Y esto, prosigue, choca con la situación en China: "En el sistema macroeconómico chino, con un consumo insuficiente y un exceso de ahorro, la capacidad de producción tiene que irse a la exportación".
"Si tienes una enorme capacidad de producción y un consumo insuficiente a nivel nacional, estás obligado a internacionalizarte para vender en el mercado global a un precio inferior al que lo harías en el nacional. Es un problema macroeconómico pero con una dimensión comercial, e inevitablemente habrá que afrontarlo", explica.
Precisamente uno de los sectores emergentes en el que la durísima competencia a nivel nacional ha hecho que los fabricantes chinos busquen expandirse al extranjero es el de los vehículos eléctricos, una iniciativa que le ha costado aranceles adicionales en EE.UU., Canadá o la UE.
Pese a que Pekín ha respondido a las tasas de Bruselas con investigaciones contra el cerdo -especialmente dañina para España- o los lácteos importados desde la UE, Lamy no es partidario de calificar la coyuntura de guerra comercial: "No hay nada de eso entre ambos. Quien diga eso es que está confundiendo".
En su opinión, solo hay una "diferencia de percepción" sobre el alcance de los subsidios chinos a los eléctricos: "La OMC resolverá este desacuerdo. (...) No merece la calificación de guerra comercial".
Y es que, pese a que su autoridad se ha puesto en entredicho en los últimos años, Lamy piensa que la OMC sigue siendo relevante, aunque reconoce que necesita reformas más eficientes. A ese respecto, pide a Pekín y Bruselas que desempeñen un papel de liderazgo.
"El reglamento de la OMC, escrito hace 30 años, ya no es acorde a los nuevos tiempos (...). Si la UE y China se ponen de acuerdo en cómo actualizarlo y cómo enfocar mejor la OMC, muchos otros países se unirían y participarían", sentencia.