La Bienal de Dakar enarbola "el despertar" del arte contemporáneo africano

Eduardo S. MolanoDakar, 10 nov (EFE). Considerada la principal muestra de arte contemporáneo de África, la 15ª edición de la Bienal de Dakar propone un variopinto "despertar" con cerca de 3.000 artistas internacionales y nacionales que buscan conectar con la calle.

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Bajo el lema "The Wake" (“El despertar”, en inglés), el certamen ha transformado la capital de Senegal desde el pasado jueves en la meca artística del continente, dando cabida al dibujo la realidad virtual, el sonido, el vídeo, la escultura y la fotografía.

“Tenemos una sociedad que construir, un futuro que construir. Por eso, es importante que los senegaleses se integren en el ámbito del arte, para superar el concepto de arte elitista”, asegura a EFE el artista local Mad in Pixel, uno de los 58 creadores que forman parte de la sección oficial.

Para el autor, cuyo nombre real es Modou Anta Diongue y quien ha contribuido a esta edición con una obra de vídeo de cuatro minutos, en estos tiempos es necesario que el arte tome las calles.

El arte, tierra de nadie

“El arte es tierra de nadie, y agrupa a todas las nacionalidades, diferentes pasiones, conocimientos y culturas”, asevera.

Creada en 1992 por el Gobierno de Senegal, con una primera edición dedicada a la literatura, a partir de 1996 esta muestra internacional se centró en la creación africana contemporánea.

La organización ha concebido esta edición, que se celebrará hasta el próximo 7 de diciembre, como una llamada de atención frente a la actual crisis medioambiental y geopolítica global.

Durante la ceremonia de inauguración el pasado jueves, el presidente senegalés, Bassirou Diomaye Faye, puso el acento en este “despertar” desde el arte.

"Este tema global, una de las funciones esenciales del arte, radica en captar lo evanescente, lo transitorio, lo fugaz de un mundo en perpetuo movimiento, para darle consistencia, profundidad y densidad'”, destacó el mandatario.

Prevista para mayo y junio, pero aplazada a noviembre en medio de rumores sobre una falta de financiación para costear el transporte de las obras y el alojamiento de los artistas, la muestra internacional coincide con las elecciones legislativas del 17 de noviembre en Senegal.

En estos comicios, el partido presidencial, Patriotas de Senegal por el Trabajo, la Ética y la Fraternidad (Pastef), que cuenta con una representación minoritaria en el Parlamento, espera lograr la victoria para implementar su ambicioso programa económico, centrado en reducir la dependencia extranjera.

Aunque evita cualquier politización local, esta Bienal pone el acento precisamente en los desafíos que afrontan los artistas africanos, como la justicia social, el medio ambiente y la identidad cultural.

“Durante mucho tiempo, los artistas africanos no tuvieron acceso a los grandes eventos mundiales ni a las manifestaciones culturales globales", destaca a EFE Salimata Diop, directora artística de la muestra.

"Cuando se hablaba de arte contemporáneo, se referían únicamente a los artistas de los países del norte (en referencia a Occidente). No se consideraba el arte contemporáneo africano. La Bienal es importante porque ofrece una oportunidad a estos artistas”, subraya Diop.

En este sentido, Abdou Ouologuem, artista plástico maliense que integra la sección oficial, prefiere alejarse de las etiquetas.

“No hay arte africano. Solo hay artistas africanos que viven el arte y producen arte. Etiquetar el arte africano como tal no me representa. No veo mi arte como un arte africano, porque he tenido la suerte de viajar por todo el mundo y de absorber muchas influencias. Lo que hago no puede ser solo africano”, asevera a EFE Ouologuem.

Colectivo mexicano-argentino Diodos

En esta globalidad artística, la sección oficial de la Bienal no solo incorpora a creadores locales.

El colectivo mexicano-argentino Diodos, formado por Mario Guzmán y Agustín Ramos Anzorena, explora las nuevas diásporas en una sugerente instalación audiovisual inmersiva en exhibición.

Se trata de "una especie de santuario de voces, de artistas y otra gente contando su experiencia y cómo cambia su identidad estando fuera de su lugar”, señala a EFE Guzmán.

“Para nuestra obra -añade- empezamos a reflexionar (sobre) este proceso de desplazamiento de nuestra generación. Por ejemplo, muchos (de nosotros) no estamos en nuestro país de origen. Ahora hay una migración más rápida y pequeña. No estas diásporas gigantes con una narrativa muy grande, sino pequeños movimientos que no tienen una narrativa todavía”.

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