Índice de freno a la deforestación global ubica a Paraguay entre los que cumplen con objetivos

PARÍS. De diez países en situación de emergencia, solo Paraguay cumplió con sus objetivos de frenar la deforestación en 2023. En cambio en Bolivia, con sus incentivos para la agricultura, e Indonesia, donde la explotación minera del níquel está en auge. Estos dos últimos son los dos países con peores índices segúnel informe “Forest declaration assessment” de la organización Climate Focus.

Fotografía del 24 de septiembre de 2024 de una persona caminando en medio de un área quemada por los incendios forestales en Perú, en la región de la Amazonía.Miguel Gutierrez Chero
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Brasil ha logrado progresos, pero la situación en la región del Cerrado sigue siendo preocupante, según este informe que compila estudios de referencia de una treintena de organizaciones ecologistas y organismos de referencia.

En total en 2023 el mundo perdió 6,37 millones de hectáreas de bosque, el equivalente a 9,1 millones de canchas de fútbol, según el informe “Forest declaration assessment”.

Brasil, aunque sigue entre los país con mayor deforestación, ha logrado avances significativos. La situación ha mejorado notablemente en la Amazonía, gracias a las medidas de protección implementadas por el presidente Luiz Inacio Lula da Silva, pero se ha deteriorado en el Cerrado, epicentro de la agricultura nacional.

El objetivo para Brasil era mantenerse dentro de un límite de 1,5 millones de hectáreas deforestadas en 2023, volumen que finalmente superó (1,94 millones). Pero la selva brasileña venía de sufrir una media de 2,14 millones de hectáreas de deforestación entre 2018 y 2020, con lo cual la situación se mantiene estable.

Indonesia representó el 65% de la deforestación en toda Asia en 2023.

Solo Paraguay cumple

De diez países en situación de emergencia, solo Paraguay cumplió con sus objetivos de frenar la deforestación en 2023. Colombia redujo igualmente su pérdida de bosque primario en un 57%.

El compromiso firmado por más de 140 países en la conferencia sobre el cambio climático de Glasgow hace tres años (COP26) era reducir paulatinamente la deforestación hasta erradicarla en 2030. Pero esa cifra de 6,37 millones de hectáreas “sobrepasa de manera significativa” los 4,4 millones que los expertos se habían fijado como límite ideal para 2023.

Los bosques, que albergan el 80% de las especies terrestres de animales y plantas, son cruciales para regular los ciclos del agua o retener el CO2, el principal gas de efecto invernadero responsable del calentamiento global.

“A nivel mundial, la deforestación ha empeorado, en lugar de mejorar, desde el comienzo de la década”, destacó Ivan Palmegiani, experto de Climate Focus y uno de los autores principales del estudio. “Estamos a solo seis años de una fecha crítica a nivel global para poner fin a la deforestación y, sin embargo, los bosques se continúan talando, degradando e incendiando a un ritmo alarmante” , advierte.

En particular, 3,7 millones de hectáreas de selva tropical primaria, esenciales por su capacidad para absorber CO2 y la riqueza de su biodiversidad, desaparecieron el año pasado, a un nivel cercano al del comienzo de la década.

Y ello a pesar de que esa cifra ya debería haber disminuido significativamente para cumplir con los objetivos previstos para 2030.

Soja y níquel

La deforestación en Bolivia ha aumentado un 351% entre 2015 y 2023, una tendencia “alarmante” que “no muestra ningún signo de atenuación” .

“Bolivia enfrenta una crisis económica y pronto podría verse obligada a una devaluación abrupta de su moneda debido a la disminución de las reservas. En respuesta, el gobierno boliviano ha implementado reformas regulatorias para fortalecer el sector agroindustrial, del cual depende cada vez más la economía del país” , alertan los autores del estudio.

La soja, la caña de azúcar y la ganadería son los principales rubros que se han visto beneficiados.

En Indonesia, la destrucción de los bosques había alcanzado un punto bajo entre 2020 y 2022, pero la tendencia volvió a aumentar considerablemente el año pasado, especialmente para producir materias presentadas como “ecológicas” , como la viscosa, o para abrir espacio a minas de níquel, utilizadas para las baterías de vehículos eléctricos y las energías renovables en todo el mundo.

A esto se suma la producción de biomasa y la creación de grandes explotaciones agrícolas.

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