“Revictimización” y “violencia institucional” se dan la mano en el caso Pelicot en Francia

Laura de Grado, Madrid, 5 oct (EFE).- El juicio por la violación múltiple a Gisèle Pelicot, drogada por su marido, Dominique Pelicot, durante casi diez años para que decenas de hombres la violaran, está marcando un hito en Francia y en el mundo al poner en evidencia la violencia sexual sistemática que sufren miles de mujeres y la revictimización a la que son sometidas quienes deciden romper el silencio.

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Este caso ha sacudido a un país en el que se registraron 114.000 víctimas de violencia sexual en 2023 y es un hecho que marca “un antes y un después” de forma “indiscutible” para la abogada penalista y criminóloga española experta en violencias machistas, Carla Vall.

"El caso Pelicot es un caso paradigmático de la violencia sexual en el marco de la pareja", recalca Vall en una entrevista con EFE, ya que, ayuda a comprender mejor y visibiliza esta dimensión de las violencias que se producen en los entornos familiares y cercanos.

El juicio, que comenzó el 2 de septiembre en Aviñón y se extenderá hasta finales de año, sienta en el banquillo a 51 de hombres acusados de violar bajo sumisión química a Gisèle con la complicidad de su marido, Dominique Pelicot, quien durante casi diez años la drogó con ansiolíticos, hasta dejarla en un estado al borde del coma, y contactaba por internet con otros hombres de todo estrato y condición para que abusasen de ella.

Uno de los aspectos más controvertidos del juicio, que Gisèle eligió hacer público para que la "vergüenza cambiara de bando", ha sido el tratamiento revictimizante que ha recibido durante los interrogatorios, como las preguntas de la defensa que insinuaban que ella había dado su consentimiento o la forma que tuvo el juez de referirse a las violaciones como "actos sexuales".

Una de los casos más extremos de esta victimización secundaria lo ha protagonizado la abogada de uno de los acusados, Nadia El Bouroumi, quien puso en duda el testimonio de la víctima a gritos en la sala o colgando videos ridiculizándola en sus redes sociales.

Vall sostiene que los cuestionamientos que enfrentan las víctimas en estos procesos no son solo revictimizantes, sino que también representan una forma de "violencia institucional".

Con estos ataques, explica, "se busca que la víctima no resista lo suficiente como para que su voz llegue hasta el final del juicio". Esto ha sido evidente en el caso de Gisèle, quien ha revelado que el proceso la ha hecho sentirse insultada, humillada y, además, culpabilizada.

En este sentido, la letrada catalana recuerda que "hay unas líneas rojas muy claras que ningún abogado debería pisar nunca, como intentar conseguir que parezca que la víctima sea la agresora y la culpable de lo que ha sufrido".

"Todos los operadores jurídicos tenemos la obligación de aprender a mirar hacia la violencia, es decir, que cuando hay un episodio así, veamos violencia y no veamos un jolgorio", afirma la experta.

Solo a partir de esa comprensión, dice, se puede intentar "que sea un proceso reparador y que no genere todavía más dolor".

Coincide con ella, la magistrada española y ex delegada del Gobierno contra la Violencia de Género, Victoria Rosell, para quien "el sistema procesal penal tiene todavía mucho que avanzar, mucho que formarse y mucho que aprender" para conseguir que la reparación de las víctimas sea integral.

Rosell defiende la importancia de que en este tipo de casos, como en su día fue el de La Manada en España, haya una reparación simbólica en la que "la sociedad y los poderes públicos admitan que existe esta violencia sexual, esta cultura de la de la violación y luche en contra ella".

Durante el año 2023, se registraron 114.000 víctimas de violencia sexual por los servicios de seguridad franceses, es decir, más de 300 al día, según datos del Ministerio del Interior de Francia.

Y un total de 94 mujeres fueron asesinadas en Francia en 2023 por sus parejas o exparejas, según las estadísticas del Ministerio de Justicia, aunque organizaciones feministas como Nous Toutes (Todas Nosotras) elevan la cifra a 134 feminicidios.

EL PAPEL DE LOS HOMBRES CONTRA LAS VIOLENCIAS MACHISTAS

El juicio también ha reabierto otro debate social: el papel de los hombres en la lucha contra la violencia sexual. Durante el desarrollo del mismo se ha viralizado el hashtag #NotAllMen, cuya traducción es "no todos los hombres", como una respuesta defensiva que pretende desvincular a todos los hombres de la violencia sexual.

Sin embargo, la periodista, escritora y activista española, Cristina Fallarás, quien dedica sus redes sociales a recopilar testimonios de violencia sexual, considera esta reacción como una "estrategia del patriarcado" que busca desviar la atención de la violencia real y sistemática que enfrentan las mujeres.

Por su parte, Vall se muestra muy crítica y añade que el mensaje de "no todos los hombres" debe de ir dirigido entre ellos "y no hacia las mujeres".

"La oportunidad de decir #NotAllMen se podría dar cuando ves un anuncio donde se propone la violación de una mujer mientras está sedada, y en ese momento avisas a la policía y haces algo para que este ciclo de las violencias a nivel social se rompa", asevera.

LA OPORTUNIDAD DE INCLUIR EL CONSENTIMIENTO EN LA LEY

Este caso también ha abierto la puerta a una posible reforma de la legislación francesa para incluir explícitamente el consentimiento en la definición del delito de violación. Actualmente la ley define la violación como "cualquier acto de penetración sexual de cualquier tipo o cualquier acto buco-genital cometido contra otra persona mediante violencia, obligación, amenaza o sorpresa".

Esta omisión incumple el Convenio de Estambul, que exige a los países penalizar cualquier acto sexual sin consentimiento voluntario.

Además, Francia fue uno de los catorce países que en febrero de 2024 se opuso a incluir el consentimiento como eje clave en la lucha contra las violencias sexuales dentro de la Directiva europea sobre violencia de género, la primera en la historia de la UE.

"Parece mentira lo que está costando este paso en países desarrollados y civilizados y con una tradición democrática", critica la jueza española Victoria Rosell, para quien el consentimiento "es el único sistema que garantiza la libertad sexual de las mujeres".

Sobre la capacidad de cambio social de este caso paradigmático de violencia sexual, Fallaras advierte que la tendencia de los medios a convertirlo en un espectáculo de "true crime" podría desvirtuar su verdadero significado y las lecciones que se pueden extraer de él.

Insiste en que la atención mediática debe enfocarse en la historia de Gisèle como parte de un patrón más amplio de violencia machista, no como un hecho aislado.

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