Gisèle Pelicot, víctima de violaciones en Francia, “humillada” por las acusaciones de complicidad

AVIÑÓN (FRANCIA). Gisèle Pelicot, a quien su marido drogó durante 10 años para que la violaran decenas de hombres contactados por internet en Francia, expresó este miércoles su sentimiento de humillación ante las insinuaciones de algunos abogados del caso que señalan su posible complicidad en las agresiones.

Boceto judicial muestra a Gisèle Pelicot (derecha) en el estrado mientras el acusado Dominique Pelicot (atrás) aparece en un monitor durante su juicio. Gisèle Pelicot, a quien su marido drogó durante 10 años para que la violaran decenas de hombres contactados por internet en Francia, expresó este miércoles su sentimiento de humillación ante las insinuaciones de algunos abogados del caso que señalan su posible complicidad en las agresiones.153200+0000 BENOIT PEYRUCQ
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“Desde que llegué a esta sala de audiencia, me siento humillada. Me tacharon de alcohólica, afirmaron que estaba en tal estado de ebriedad que soy cómplice” de Dominique Pelicot, su exmarido y principal acusado en el proceso, afirmó la mujer ante el tribunal de Vaucluse, en Aviñón.

“Es tan humillante y degradante oír eso”, declaró Gisèle Pelicot. “Estaba en un estado de coma y los vídeos que se mostrarán darán fe de ello. Y los peritos se escandalizaron con estos vídeos, y son hombres”, agregó.

¿Los demás hombres “no se plantearon la cuestión (del consentimiento)? ¿Qué son estos hombres, son degenerados o qué?”, tronó la mujer de 72 años, presunta víctima de unas 200 violaciones, 92 de ellas cometidas por 50 coacusados juzgados desde el 2 de septiembre junto a su exmarido.

“Ni por un segundo di mi consentimiento al señor Pelicot ni a estos hombres”, reiteró la mujer que estuvo casada durante 50 años con el principal acusado y que recientemente logró el divorcio.

“No existe tal cosa como ‘violación y violación’. Una violación es una violación”, afirmó Pelicot, refiriéndose a las palabras de un abogado que pareció restar importancia a la verdadera intención de algunos de los acusados, muchos de los cuales afirman que creían participar en un juego sexual practicado por una pareja promiscua.

“Expliqué que había violación en su sentido mediático y jurídico. Lamento si lo que dije les hirió o les escandalizó. Esa no era mi intención. Mi intención era recordar las reglas del derecho”, respondió el abogado Guillaume De Palma.

“Soy un violador”

En la vista del miércoles y por primera vez, se mostraron fotos de los actos cometidos contra Gisèle Pelicot entre 2011 y 2020 a petición de los abogados defensores.

Por la mañana, al igual que hizo Dominique Pelicot la víspera, el primero de los otros 50 coacusados, Jean-Pierre M., de 63 años, admitió ser un “violador”.

Es el único que no está procesado por agredir sexualmente a Gisèle Pelicot, sino a su propia esposa, sobre la que emuló el mismo escenario criminal ideado por Dominique Pelicot.

“Quiero a mi mujer. (...) Estoy en la cárcel y me lo merezco. Hice cosas repugnantes. Soy un criminal y un violador”, admitió este exempleado de una cooperativa. “Lo que hice es espantoso, quiero un castigo severo”, añadió.

Imitó a Pelicot con ansiolíticos que le proporcionaba

Este hombre está acusado de haber drogado a su mujer, entre 2015 y 2018, con ansiolíticos proporcionados por Pelicot, de violarla y de que este último también abusara de ella.

Dominique Pelicot le propuso inicialmente “violar” a Gisèle “varias veces”. Pero “me negué”, aseguró Jean-Pierre M.

A la pregunta de si el principal acusado le había dicho que Gisèle estaría “drogada y que buscaba un hombre para su esposa dormida y medicada”, respondió afirmativamente, socavando un argumento esgrimido habitualmente por los abogados defensores de que sus clientes no habían sido informados de este procedimiento.

Jean-Pierre M. también detalló las veces que, de niño, tuvo que hacerle felaciones a su padre para que él y su hermana pudieran acompañarlo a pescar, además de las escenas de violación de su padre a su madre que tuvo que presenciar.

El mediático juicio se ha convertido en un símbolo del uso de drogas para cometer agresiones sexuales, práctica conocida como sumisión química, y relanzó en Francia el debate sobre la cuestión del consentimiento.

Desde el inicio del proceso, activistas y asociaciones feministas han vuelto a pedir a los hombres que “asuman por fin su responsabilidad” en la lucha contra la violencia hacia las mujeres y que “dejen de permanecer en silencio”.

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