Las amigas del doctor Edwin Arrieta recuerdan su alegría un año después de su asesinato

COLOMBIA. Como “una persona maravillosa, fantástica y servicial” recuerdan sus amigas al cirujano colombiano Edwin Arrieta en vísperas del primer aniversario de su asesinato en la isla de Koh Phangan, en el sur de Tailandia, crimen por el que fue llevado a juicio como presunto responsable el español Daniel Sancho.

Viviana Ordosgoitia, amiga del cirujano colombiano Edwin Arrieta, muestra conversaciones y fotos en su teléfono móvil durante una entrevista con EFE, este jueves en Montería (Colombia).Ricardo Maldonado Rozo
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“Edwin era una persona muy trabajadora, amigable, de un ambiente (alegría) único que se amoldaba a todos los planes y era un bailarín inigualable”, dijo a EFE Viviana Ordosgoitia, una de sus mejores amigas.

En su apartamento en Montería, capital del departamento colombiano de Córdoba, Ordosgoitia recuerda además a Arrieta como un devoto de la virgen de Fátima y como sostén económico de sus padres, su hermana y su sobrina en su natal Santa Cruz de Lorica, a 71 kilómetros de esta ciudad.

Según cuenta, hablaban casi todos los días, desde los asuntos importantes hasta los baladíes. "Él me mandaba fotos de todo lo que hacía y de la ropa que se compraba para que yo se la aprobara", afirma.

Su última comunicación con el médico cirujano fue hace un año, un día antes del trágico suceso en el que perdió la vida, el 2 de agosto de 2023, y "él estaba feliz".

"En la última conversación me dice que está en Bangkok, que se va para Koh Phangan, hablamos de muchas cosas pero jamás pensé que iba a ser la última vez que iba a hablar con él", cuenta a EFE.

Amigos en España

Ordosgoitia sabía que el doctor Arrieta tenía unos amigos españoles porque el médico le había contado que quería invertir en un negocio y radicarse en España, por lo que ella le advertía de potenciales riesgos.

"'Ten cuidado, ten un contador (contable) si vas a invertir'", recuerda que le dijo, pero sobre este asunto él le contaba "hasta donde sabía que me tenía que contar".

Recordó también que cuando se trataba de amores el médico no era tan abierto como con otros asuntos.

"Edwin era muy reservado en la parte sentimental. Yo siempre lo molestaba con la una o con la otra (amiga) pero él nunca nos dijo nada de él (Sancho). Se lo llevó todo, lo que fue él, lo que era o lo que se especula que era, se lo llevó todo", subraya.

Daniel Sancho, que fue llevado a juicio por este caso se enfrenta a una condena máxima de pena de muerte, que Tailandia suele conmutar por un castigo menor, de ser hallado culpable del asesinato premeditado de Arrieta, cuyo veredicto se dará a conocer el 19 de agosto.

Días de angustia

Adriana Manzur, otra amiga, no oculta su congoja cuando recuerda al médico y su trágico final en Tailandia.

"Me quitaron a un amigo, me quitaron un confidente, me quitaron... Qué más se puede decir cuando te quitan a una persona tan especial, es como si te arrancaran un pedacito del corazón", dice.

Manzur cuenta que coincidencialmente ella se encontraba de viaje en el sudeste asiático y al enterarse de que su amigo Arrieta estaba desaparecido comenzó a llamar a los pocos centros médicos que hay en la isla hasta que de uno le respondieron: "'Hola señora. Soy del 'staff' del hospital de Koh Phangan, trate de llamar a este número que es de la Policía de Koh Phangan'".

"Me asusté demasiado y fue cuando me puse en contacto con mis amigas acá en Colombia y nos enteramos de todo lo que estaba pasando", afirma.

Para Manzur "fueron dos días de angustia y sufrimiento, de no saber qué estaba pasando".

"Yo, al principio solamente pensaba que como él era tan 'amiguero' (...) se había ido de rumba", expresa y agrega que al saber de la muerte de Arrieta "se me detuvo el mundo por un segundo".

Por eso, un año después se despide del médico: "Descansa en paz, aquí te recordamos, y sabemos la persona que eras. Vuela alto, viejo, vuela alto, amigo".

Este viernes, al cumplirse el primer aniversario de la muerte de Arrieta, sus familiares y amigos ofrecerán una misa en su memoria en la Parroquia de Santa Cruz de Lorica, su pueblo natal y donde fue enterrado.

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