John Le Carré pone sus cartas encima de la mesa en la monumental obra “Un espía privado”

Irene DalmasesBarcelona, 18 oct (EFE).- “Si fuera un cuadro, este libro sería un autorretrato magnífico de su rostro”. Así define Nick Cornwell, uno de los hijos de John Le Carré, la monumental obra “Un espía privado”, un libro que incluye siete décadas de correspondencia del escritor británico, que llega este miércoles a las librerías españolas y tiene previsto su lanzamiento en América Latina aunque aún sin fecha concreta.

John Le Carré pone sus cartas encima de la mesa en la monumental obra “Un espía privado”
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En un encuentro telemático con periodistas, Nick Cornwell tampoco descarta que aparezcan nuevos textos de su progenitor, aunque se limita a decir que “hay material, cosas de las que podríamos echar mano, pero hay que decidir cómo hacerlo”. “Pienso que algo va a pasar”, deja caer de forma enigmática.

Publicado por Planeta en castellano, "Un espía privado" se podrá adquirir un día antes de que el novelista hubiera cumplido 92 años y reporta 309 cartas, además de fotografías personales, la mayoría de ellas inéditas al formar parte del álbum familiar, y dieciocho ilustraciones, prácticamente todas salidas de la mano de Le Carré.

La recopilación y edición de todo el material, según rememora Cornwell, fue a cargo de su hermano Tim, el tercero de los hijos del escritor, un periodista que falleció de una embolia pulmonar en mayo de 2022, justo después de acabar de dar forma a la obra.

En ésta, aparecen desde las primeras misivas de 1945, cuando era un joven estudiante, a otras sobre sus vivencias en Oxford y Etton, sin obviar su entrada en el servicio de inteligencia británico o lo que le fue sucediendo durante su carrera como novelista.

La última que escribió la dirigió al periodista norteamericano David Greenway, el 25 de noviembre de 2020 -falleció el 12 de diciembre de 2020- en la que consideraba que Donald Trump se "envenenará con su propia doctrina enfermiza" y no escondía que su esposa Jane estaba muy enferma.

Graham Greene, Ian McEwan, William Burroughs, John Banville, Sydney Pollack, John Boorman, Alec Guinness, Stephen Fry, Hugh Laurie, Pierce Brosnan o políticos como Margaret Thatcher son algunos de los destinatarios de estas cartas, en las que mostraba lo que pensaba, como queda constatado en la que le envió al periodista y novelista alemán Yassin Musharbash, en abril de 2018, en la que aseveraba que odiaba el Brexit y a Trump, a la vez que temía un auge del fascismo blanco "en todas partes".

Por otra parte, Tim Cornwell descubre que en diciembre de 2020, Le Carré trabajaba en un libro cuyo título provisional era "The George Smiley Years" (Los años de George Smiley), mientras que el último correo electrónico iba dirigido, desde el hospital en el que estaba ingresado, a su agente Jonny Geller.

Un archivo ingente, increíble, fascinante

Nick Cornwell rememora que el archivo de su padre es "ingente, increíble, fascinante y a cualquiera le interesaría. Tim tenía claro y estaba decidido a publicar las cartas, una idea que a mí me daba pavor, porque me parecía un poco delicado emocionalmente, era demasiado pronto para afrontarlo, pero para Tim era necesario".

A su juicio, el resultado final es "una historia contada con la propia voz" de su padre, en la que se han descartado algunas cartas por cuestiones de confidencialidad y otras porque eran "aburridísimas", mientras que las que aparecen lo hacen sin ningún tipo de censura, aunque "la verdad que hay en ellas sea incómoda".

"En el libro -confiesa- me he encontrado en las primeras cartas a un hombre joven, alguien a quien no conocí y, después, escucho conversaciones, que es la manera en la que uno más se puede acercar a conocer la figura de mi padre".

Preguntado sobre cómo era, Nick responde que John Le Carré era el escritor y David Cornwell -su nombre real- era el padre.

“Y eran distintos, porque John podía subirse a un escenario y cautivar allí a su audiencia y hacerles creer que estaba en ese lugar por ellos. Pero luego, llegaba a casa, se comía un bocadillo y pedía que no le dijéramos nada hasta el día siguiente. Ser Le Carré le suponía un esfuerzo, porque él era David”, explica.

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