Hoy, sábado 23 de septiembre de 2023, el féretro del filósofo italiano Gianni Vattimo (Turín, 4 de enero de 1936 - Rivoli, Turín, 19 de septiembre de 2023), fallecido a los 87 años de edad, salió del tanatorio instalado en la Universidad de Turín para llegar a la Iglesia de San Lorenzo, en la Piazza Castello, en el corazón de la ciudad natal del reconocido pensador, la iglesia a la que solía asistir discretamente. Sus familiares y su pareja, Simone Caminada, acompañaron el féretro desde el tanatorio instalado en el salón principal de la Universidad, rodeados por estudiantes, compañeros y amigos de distintas épocas.
“Gianni se esforzó por amar y deseó intensamente ser amado. Que ahora disfrute de sentirse abrazado por el amor infinito de Dios de forma absoluta y sin riesgo de que termine”, expresó Giovanni Ferretti, sacerdote, erudito y filósofo, ex rector de la Universidad de Macerata, quien celebró la homilía del funeral.
Durante la ceremonia, Ferreri agregó que Gianni Vattimo sería recordado por su “inteligencia aguda y siempre en búsqueda, por su compromiso y su militancia social y política y, sobre todo, por la fe cristiana que lo inspiró”, y que “vivió en busca de un Dios amable, capaz de responder al deseo de ser amado, uno de los deseos más profundos del alma humana, deseo compartido también por los discriminados, por los despreciados”. Repasando la vida y la obra del filósofo, Ferreri expuso: “La caridad no puede ser secularizada, afirmó Gianni, en el sentido de que la caridad es el límite insuperable del propio proceso de secularización. Va más allá de la historia, y nos hace vivir más allá de la muerte”.
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Comunista, católico y homosexual, Gianni Vattimo nació en Turín en 1936 y fue catedrático de Estética desde 1969 en la universidad de su ciudad natal, donde se licenció en Filosofía una década antes, completando su especialización en Heidelberg, Alemania. Comenzó tempranamente a investigar la estética de la Antigüedad (Il conceto di fare in Aristotele, 1961) y el sentido filosófico de la poesía (Poesia e ontologia, 1967), y fue acercándose cada vez más a la filosofía alemana moderna y contemporánea, en especial a la obra de Schleirmacher (Schleiermacher, filosofo dell´interpretazione, 1968), de Martin Heidegger (Essere, storia e linguaggio in Heidegger, 1963; Introduzione a Heidegger, 1971) y de Friedrich Nietzsche (Il soggetto e la maschera, 1974; Introduzione a Nietzsche, 1985).
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Alumno y discípulo de Karl Löwith y Hans-Georg Gadamer, que a su vez lo fueron de Heidegger, fue traductor al italiano de las principales obras del célebre existencialista alemán. Intelectual siempre involucrado con los temas de su tiempo, escribió durante años una columna de opinión en el diario turinés La Stampa. El horizonte de su reflexión giró principalmente en torno a las ideas de Nietzsche y de Heidegger, a partir de las cuales formuló las filosofías de la “diferencia”, centradas en lo fragmentario y en la multiplicidad, nociones opuestas a las aspiraciones totalizadores de la dialéctica basada en Hegel y Marx. A esta toma de distancia respecto a los ideales de la Modernidad y sus “grandes relatos” se lo conoce también como “pensamiento débil” o “condición posmoderna”, manifestación de una crisis de la Modernidad que afecta a todos los valores, éticos, estéticos, culturales, sociales.
En la iglesia abarrotada, donde mucha gente tuvo que permanecer de pie, se encontraban importantes figuras de la comunidad intelectual y académica, como los filósofos Maurizio Ferraris y Massimo Cacciari, los economistas Mario Deaglio y Elsa Fornero, el escritor Franco Debenedetti o los sociólogos Sergio Scamuzzi y Chiara Saraceno, entre otros, así como numerosos alumnos del pensador turinés.
“Era un gran amigo. En cuanto al resto... hay que hablarlo con calma. No es momento de hacer exámenes hermenéuticos”, comentó Cacciari, que pudo ver a muchos colegas suyos reunidos frente a la Iglesia de San Lorenzo, como Giuseppe Rionda, de 92 años, o antiguos estudiantes, como Federico Vercellone, de 68 años, hoy titular de la cátedra de Estética que ocupara otrora Vattimo. “Hay un amor inmenso –dijo Vercellone, señalando a la multitud reunida alrededor del féretro a la salida de la iglesia–, hay una herencia, hay un legado, hay mucho amor por él”. Un legado que esta hoy congregó a cientos de antiguos alumnos, de edades muy diferentes, con diferentes destinos. Y que, al concluir la misa, estallaron en aplausos para despedir al padre del “pensamiento débil”.