Simão intervino hoy ante el Consejo en una sesión periódica dedicada a la situación general en el Sahel donde se puso de manifiesto que, pese a la relativa normalización política -la mayoría de países celebran elecciones democráticas sin sobresaltos-, el problema de la inseguridad es muy agudo.
El cierre de las escuelas tiene lugar principalmente, y por este orden, en Burkina Faso, Mali, Níger y Nigeria, que son los países con mayores tasas de inseguridad, y esto significa que cientos de miles de niños "son privados de educación y perspectivas (y ven) sus derechos fundamentales hipotecados".
Tras Simão tomó la palabra el presidente de la Comisión de la Comunidad de Estados de África del Oeste (Cedeao), Omar Alieu Touray, quien aportó algunos datos sobre la gravedad del terrorismo en toda la región, pese a que la mayoría de las veces estos atentados no tienen siquiera repercusión mediática.
Así, en los primeros seis meses del año se registraron 1.814 incidentes terroristas en la región de África del Oeste (la que queda entre el Magreb y Chad), que causaron 4.593 muertos; de ellos, más de la mitad (2.725) se registraron en Burkina Faso, 844 en Mali y 211 en Níger.
Touray alertó de que la violencia está llegando a países que hasta ahora se libraban de este flagelo y cito el caso de Benín y Togo.
Una de las consecuencias inmediatas de la amenaza terrorista es el desplazamiento de millones de personas: la región cuenta ahora con medio millón de refugiados y 6,8 millones de desplazados internos: estos últimos se reparten principalmente en Nigeria (3 millones) y Burkina (2 millones).
Por último, Touray alertó sobre la inseguridad alimentaria que golpea a toda la región tanto por culpa del cambio climático como por la guerra de Ucrania y las disrupciones en el comercio del grano, y alertó de que si las naciones del mundo no actúan en este sentido, a fines del mes próximo 40 millones de personas de africanos del oeste habrán caído en la dependencia total. EFE.