¿Sigue siendo la integración regional una utopía?
- No es una utopía, pero sí difícil porque no hay respeto. Los (países) grandes no respetan a los más (países) pequeños. Paraguay es el país donde más se evidenció eso. No solo la Guerra de la Triple Alianza, que fue la más sangienta de la historia latinoamericana, como ejemplo. También, cuando en el 2012 se procedió al juicio político en Paraguay –respetando la Constitución- y lo sacan al presidente Fernando Lugo, y aparece de nuevo esa “Triple Alianza” –Brasil, Argentina y Uruguay- castigando a Parguay después. Si hubiese ocurrido en uno de los grandes, imagínense. Si eso ocurría en Brasil o mi país Argentina, con sus constituciones, y echaran a sus presidentes no hubiese pasado nada.
Nos quejamos de que Estados unidos no es respetuoso, y es cierto que no lo es, pero en mi país tampoco somos respetuosos. Sin respeto, la situación latinoamericana no va a mejorar.
Los países necesitan tres elementos esenciales: orden y control en todas las instituciones. En las dictaduras son más fuertes esos dos puntos, pero en la democracia debe agregrarse el respeto: a la carta magna, a los países vecinos. Cuando hay un problema en un país no tenemos que meternos para meter cisaña ni para dar lecciones de nada. Y a eso debemos aspirar, que tengamos democracias respetuosas de otros países. No tenemos por qué inmiscuirnos en situaciones que son propias del desemvolvimiento de un país cualquiera sea.
¿Cuáles son las deudas pendientes de la región?
- Uno, se cuidar de la naturaleza, ahora desvocada, con el riesgo consecuente para las próximas generaciones. Hemos hecho mucho daño, sobre todo las grandes potencias. Y lo segundo, al que no le damos mucha importancia, es el capitalismo para más. Por ejemplo, tenemos millones de latinoamericanos sin viviendas y pese a estar incluido como un derecho en las constituciones de los países, no tienen nada. Y es injusto, porque le garantiza la vivienda digna y nada de eso ocurre. Hay que garantizar a cada latinoamericano una tierra para que inicien un proyecto de vivienda. Es absolutamente posible.
Con el auge de los movimientos extremos, de iquierda o de derecha ¿los derechos fundamentales corren riesgos?
- Sí, en la región y en el mundo. Lo que está pasando en Francia (con las manifestaciones). Lo que está pasando con la guerra entre Ucrania y Rusia. Tanto Vladimir Putin (presidente ruso) y Volodymyr Zelensky (gobernante ucraniano) creen que pueden decirle a los pueblos que son rusos o ucranianos. Es la gente la que debe decidir si quiere ser rusa, ucraniana o independiente, que es la tercera opción que deben tener. La gente debe decidir su destino.
El mundo está con muchos problemas, y los últimos sapiens estamos despidiéndonos de la peor manera: amenazándonos con bombas, peleando. Pero menos mal que vienen los nuevos (por las nuevas generaciones), con un cambio. Aspiro a que nos vayamos pronto de la conducción de los países y que vengan los otros (nuevos líderes, nuevas ideas).
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La situación político-económica de Argentina. ¿Cómo se resuelve?
Argentina está mal. Es muy (de resolverlo). Argentina tiene -junto con Uruguay- una suerte enorme. La naturaleza nos ha dotado de todas las posibilidades. Estamos en una zona beneficiada por la naturaleza. No tenemos ciclones ni huracanes, casi nada de inundaciones. Sin embargo, vivimos en un crisis autoinfligida.
La dirigencia argentina se infligió esta situación, que es tremenda, y que esperemos poder salir. Pero no puedo ser optimista.
Como cuando asumió la presidencia ¿No hay posibilidad de consensos entre las fuerzas políticas y líderes?
- Es lo que falta. Precisamente, consensos. Todos se pelean. Incluso dentro de los partidos. No hay salida a la vista. A pesar de que veo las cosas difíciles, esperamos que podamos superar esta situación.