La misa funeral por el papa Benedicto XVI en la plaza de San Pedro

La misa funeral por el papa emérito Benedicto XVI comenzó a las 9.24 horas (8.24 GMT) en la plaza de San Pedro, ante decenas de miles de fieles, presidida por el papa Francisco y celebrada por el decano del Colegio Cardenalicio, Giovanni Battista Re.

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En el centro del atrio de la plaza vaticana se han colocado los restos mortales de Joseph Ratzinger, fallecido el pasado sábado a los 95 años, tras una procesión desde el interior de la basílica.

En la basílica, tras el cierre ayer de la capilla ardiente, que han visitado casi 200.000 personas, los restos del papa emérito fueron introducidos en un féretro de madera de ciprés, como manda la tradición.

El papa Francisco llegó minutos antes de la procesión en silla de ruedas y se sentó en un sillón colocado especialmente para él en el altar.

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El secretario personal de Benedicto XVI, monseñor Georg Ganswein, y las cuatro mujeres de instituto Memores Domini que se han encargado de él durante este tiempo, se encuentran en primera fila, en un lateral del altar mayor.

“Sabiduría, delicadeza, entrega”

El papa Francisco durante la misa funeral por el papa emérito Benedicto XVI, hoy en el Vaticano.

El papa Francisco destacó la “sabiduría, delicadeza y entrega” que Benedicto XVI “supo esparcir a lo largo de los años” en la homilía de la misa funeral por el pontífice emérito que celebró hoy ante decenas de miles de fieles en la plaza de San Pedro del Vaticano.

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El pontífice argentino presidió, en lo que es casi una circunstancia inédita en la historia de la Iglesia católica, el funeral de su predecesor, fallecido el pasado 31 de diciembre a los 95 años tras casi 10 desde su renuncia al pontificado, y que ofició el decano del colegio cardenalicio, el italiano Giovani Battista Re y concelebraron 130 cardenales, 400 obispos y 4.000 sacerdotes.

La homilía de Francisco, que leyó sentado debido a sus problemas de rodilla, comenzó con las palabras “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”, que son las últimas que el Señor pronunció en la cruz según el Evangelio.

”También nosotros, aferrados a las últimas palabras del Señor y al testimonio que marcó su vida, queremos, como comunidad eclesial, seguir sus huellas y confiar a nuestro hermano en las manos del Padre: que estas manos de misericordia encuentren su lámpara encendida con el aceite del Evangelio, que él esparció y testimonió durante su vida”, dijo Francisco.

Los restos mortales de Benedicto XVI fueron colocados en el centro del atrio de la plaza vaticana, tras una procesión desde el interior de la basílica y después de que este miércoles, al cierre de una capilla ardiente que han visitado casi 200.000 personas, fueran introducidos en un féretro de madera de ciprés, como manda la tradición.

En el interior del ataúd también se han introducido las monedas acuñadas durante su pontificado, el pergamino con una breve relación de los 8 ocho años de su pontificado y los palios que lució como arzobispo de Munich y Roma.

El papa recordó las palabras de san Gregorio Magno a un amigo: “En medio de las tempestades de mi vida, me alienta la confianza de que tú me mantendrás a flote en la tabla de tus oraciones, y que, si el peso de mis faltas me abaja y humilla, tú me prestarás el auxilio de tus méritos para levantarme”.

”Es la conciencia del Pastor que no puede llevar solo lo que, en realidad, nunca podría soportar solo y, por eso, es capaz de abandonarse a la oración y al cuidado del pueblo que le fue confiado”, añadió Francisco.

Y entonces hizo referencia a que “el Pueblo fiel de Dios que, reunido, acompaña y confía la vida de quien fuera su pastor”.

”Como las mujeres del Evangelio en el sepulcro, estamos aquí con el perfume de la gratitud y el ungüento de la esperanza para demostrarle, una vez más, ese amor que no se pierde; queremos hacerlo con la misma unción, sabiduría, delicadeza y entrega que él supo esparcir a lo largo de los años”, añadió el papa hablando de Joseph Ratzinger.

”Queremos decir juntos: ‘Padre, en tus manos encomendamos su espíritu’”, añadió en esta misa que ha mantenido, excepto con pequeños cambios en las lecturas o las peticiones, la liturgia de los funerales papales.

La ceremonia se prolongará durante casi tres horas (hasta las cerca 08:15 hora paraguaya), al término de las cuales el ataúd del pontífice emérito será trasladado a la cripta de la basílica de San Pedro para ser enterrado en la tumba que perteneció a Juan Pablo II, por deseo expreso del papa alemán.

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