Se pronunció así en el discurso que pronunció en polaco ante los reyes de España y sus hijas en la entrega del premio, que le fue concedido por haberse convertido en un “símbolo de la libertad de expresión y del humanismo, así como un ejemplo ético de resistencia frente a las amenazas arbitrarias”.
Michnik (Varsovia, 1946), fue el fundador y director del periódico más importante de Polonia y uno de los más influyentes de Europa central, Gazeta Wyborcza, un proyecto que "nació al mismo tiempo que la democracia polaca", en 1989, y al que ha dedicado este premio.
Desde el principio, este diario "se esforzó por formar parte de esta democracia", recordó un hombre que se vio obligado a convivir con la censura y que llegó a pasar seis años en la cárcel por mostrar su oposición al régimen comunista que gobernó en Polonia hasta 1986.
Tras asegurar que España ha sido para él y muchos otros polacos "un modelo a seguir" porque les enseñó a enfrentarse a la dictadura y a buscar un camino hacia la democracia a través del diálogo y el consenso, Michnik aseguró que al frente de Gazeta Wyborcza ha querido defender siempre "dos valores imprescindibles de la democracia: la libertad y la verdad".
No obstante, advirtió de que éstos se ven de nuevo amenazados "por la criminal agresión del régimen de Putin contra Ucrania", una guerra que, en su opinión, "es en realidad una guerra contra todo el mundo democrático".
"Pero Putin no es Rusia", proclamó este periodista polaco, que quiso recordar hoy en la ciuadad de Oviedo (norte) donde recogió el premio, a todos esos rusos que se oponen a esa barbarie bélica y manifiestan de forma abierta su oposición.
"Son ellos los que defienden el honor de Rusia, como lo hicieron en su día Sájarov y Solzhenitsyn; como Thomas Mann defendió el honor de Alemania durante los años de la apocalipsis nazi", afirmó.
Para Michnik, no deja de ser una "guerra malvada desencadenada por hombres malvados y poseídos por la "locura del imperialismo de la Gran Rusia" que muestran de nuevo lo que son capaces de hacer los "hombres envenenados por la mezcla de nazismo y bolchevismo, por su crueldad y anarquía".
Pero Putin, añadió, "no puede ganar esta guerra", por lo que aseguró que ayudar a Ucrania "es el deber de todos los demócratas del mundo", a los que pidió además que no pierdan de vista las "señales preocupantes" que se observan en Europa y Estados Unidos, donde gana terreno el lenguaje y la práctica del populismo agresivo, del nacionalismo y del autoritarismo.
"Es la práctica del desprecio expresado en el lenguaje de la izquierda y de la derecha totalitarias. Una agita banderas negras y la otra, rojas", destacó Michnik, que tiene claro que ambos tienen en común el desprecio hacia lo más valioso de la tradición europea: la infancia, la tradición cristiana y la razón de los descendientes del Siglo de las Luces.
En su opinión, estos herederos de las tradiciones totalitarias, en vez de democracia prometen una "visión absurda de un mundo étnicamente puro o perfectamente igualitario", cuando en realidad eso sólo se consiguió en los campos de concentración.
Tras recordar una cita del escritor español Miguel de Unanumo sobre El Quijote, en la que señalaba que "es más respetable el error creído que no la verdad en que no se cree", Michnik concluyó que el Premio Princesa que recibe es una muestra más de que "merece la pena mantener la libertad, la decencia y el derecho a equivocarse cuando se busca la verdad".