Crimen y muerte persiguen a los rohinyás hasta campamentos de Bangladesh

Las pesadillas despiertan a menudo bañado en sudor al único testigo del asesinato del líder rohinyá Mohibullah, un miedo que ha cambiado por completo el día a día en los campamentos de refugiados en Bangladesh.

Una mujer rohingya en el campo de refugiados de Kutubpalang, en Bangladesh.MONIRUL ALAM
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Mohibullah “me había llamado para hablar de algo. Noté que dos personas entraban en la oficina poco después (...) Una llevaba una arma improvisada, la otra una pistola. Cinco o seis esperaban fuera”, recordó a Efe Abdul Malek frente a la oficina del asesinado líder en un campamento en Cox’s Bazar, en el sureste de Bangladesh.

"Antes de que pudiéramos reaccionar, le dispararon al maestro Mohibullah y se fueron corriendo", añadió.

“No hablamos con extraños”

El asesinato el pasado septiembre de Mohibullah, presidente de la Sociedad Arakan Rohinyá para la Paz y los Derechos Humanos (ARSPH), cambió por completo el estilo de vida de muchos rohinyás en los campamentos de refugiados, no solo al sexagenario Malek.

Desde entonces “no salimos de nuestro refugio después de la oración (de la tarde) y nunca hablamos con extraños”, dijo a Efe Emdad Hossain, otro refugiado que estaba a cargo de proteger la oficina de Mohibullah.

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Varios líderes de la ARSPH han pasado a la clandestinidad o se han refugiado en campamentos protegidos. Algunos de ellos, incluidos familiares de Mohibullah, huyeron del país.

Roshidullah, que estaba a cargo de redactar documentos en la oficina de Mohibullah, explicó a Efe por teléfono que se refugió en el campamento de tránsito de la ONU al temer por su vida.

"Somos una docena de familias en el campamento de tránsito, ya que todavía hay terroristas activos en el campamento. Se están instalando en el campamento y creando problemas para los rohinyás", reveló.

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Los familiares de Mohibullah culparon al Ejército de Salvación Arakan Rohinyá (ARSA) por su asesinato, el mismo grupo extremista que el 25 de agosto de 2017 dirigió las acciones contra el Ejército birmano que desencadenaron la represión que obligó a cientos de miles de miembros de esta minoría a huir al vecino Bangladesh.

Aunque la policía bangladesí acusó a 29 personas del asesinato, de las que se sospechan vínculos con el ARSA, las autoridades niegan la presencia del grupo en el país.

"Consideramos a los criminales como criminales. Independientemente del nombre con el que operen, tratamos de procesarlos bajo nuestras leyes regulares", dijo a Efe el jefe de policía de Cox's Bazar, Hasanuzzaman.

La violencia

El asesinato de Mohibullah desencadenó una ola de violencia en el campamento. Solo el pasado 10 de agosto, dos líderes de la comunidad fueron asesinados a tiros en los campamentos de Bangladesh, y otro líder rohinyá fue asesinado a machetazos el mes anterior.

El portavoz de la policía de Cox’s Bazar, Rafiqul Islam, indicó a Efe que entre el 25 de agosto de 2017 y el 20 de agosto de 2022 registraron 2.438 crímenes en campamentos rohinyá.

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Estos datos incluyen 100 casos de asesinato, la mayoría perpetrados con armas blancas o disparos, 185 casos de posesión de armas, 1.636 casos de drogas, 39 casos de secuestro y 13 casos de ataques a las fuerzas de seguridad.

Un total de 5.226 refugiados han sido acusados en estos casos.

"Esta cifra no es alta si comparamos la población total de rohinyás, que supera el millón", señaló Rafiqul.

Sin embargo, los implicados en un delito "son muchos, especialmente en los casos relacionados con drogas. Además, creemos que la tasa de delincuencia entre los rohinyás es más alta de lo que muestran nuestros datos", matizó.

Las autoridades están “realmente preocupadas” por la criminalidad en los campamentos, por lo que, según el jefe del comité de Ley y Orden del gabinete bangladesí, Mozammel Haque, el Gobierno discutirá la próxima semana la situación detalladamente.

Las autoridades de Bangladesh ya han tomado varias medidas para controlar la violencia en los campamentos, incluida la construcción de cercas y el aumento de la vigilancia en los campamentos y sus alrededores.

Tres batallones de policía armados se hacen cargo de la seguridad en el campamento.

“Hemos establecido alrededor de 40 puestos de control en los campamentos. Además, hay algunos otros puestos que activamos dependiendo de las situaciones. Nuestros equipos permanecen patrullando las 24 horas”, dijo el comandante de uno de los tres batallones, Syed Harun-or-Rashids.

El estigma

El Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR) advirtió, sin embargo, del peligro de estigmatizar a toda una comunidad por los delitos de unos “pocos individuos”.

"Si bien la gran mayoría (de los refugiados) solo está tratando de recuperarse (del trauma vivido) y reiniciar sus vidas, unos pocos han cometido delitos que se reflejan negativamente en todos", afirmó la portavoz de ACNUR en Cox's Bazar, Regina de la Portilla.

La portavoz subrayó el impacto de la cobertura de estos eventos por los medios de comunicación, que a menudo se centran en estos casos porque son de interés público, lo que lleva a una imagen desproporcionada e injusta de la mayoría de los refugiados que intentan rehacer sus vidas.

Las organizaciones humanitarias, incluido ACNUR, "están trabajando junto a los periodistas, los medios de comunicación, las comunidades locales y las autoridades locales para romper los estereotipos negativos, luchar contra las noticias falsas y contrarrestar la estigmatización de los refugiados", señaló.

También la alta comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, insistió la semana pasada tras su visita a los campamentos sobre su “preocupación por el aumento de la retórica contra los rohinyás en Bangladesh, estereotipando y culpando a los rohinyás como la fuente del crimen y otros problemas”.

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