El arte rupestre de Cosquer sale de las aguas subterráneas de Marsella

MARSELLA. La gruta subacuática de Cosquer, ubicada en las aguas subterráneas de Marsella, ha encontrado su lugar en tierra firme a través de una réplica-museo para que cuando el aumento del nivel del mar destruya sus más de 500 figuras rupestres, estas permanezcan en la memoria colectiva.

Vista general de la sala principal de la gruta subacuatica de Cosquer, ubicada en las aguas subterráneas cercanas de Marsella, ciudad que albergará una restitución de la cueva original que desaparecerá a causa del crecimiento del nivel del mar.
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La gruta, hallada por el buceador Henri Cosquer en 1985, tiene un importante valor artístico e histórico. Las pinturas y grabados que realizaron sus moradores hace 30.000 años, que incluyen imágenes de manos humanas, caballos, focas, pingüinos o medusas permiten conocer un poco de cómo eran sus vidas.

Un buzo accede a la gruta original de Cosquer por la galería de 116 metros de longitud y a 37 metros de profundidad, ubicada en las aguas subterráneas cercanas de Marsella, ciudad que albergará una restitución de la cueva original que desaparecerá a causa del crecimiento del nivel del mar.

Las figuras de caballos y las siluetas de manos son las más abundantes, pero también se han descubierto pinturas de algunas especies de animales extintos o cuya presencia se desconocía en esta zona, lo que ha permitido realizar investigaciones también en esta dirección.

Desde este sábado se podrá visitar la reproducción de la gruta original en una vagoneta eléctrica en el espacio "Cosquer Mediterranée", edificio que alberga también un museo arqueológico y un anfiteatro que proyecta un documental sobre el descubrimiento de la cueva.

La gruta original de Cosquer, cuya entrada se encuentra a 37 metros de profundidad en una cala a unos 15 kilómetros al sureste de Marsella, tiene un acceso extremadamente difícil y hasta peligroso.

Dibujos de unos caballos en las paredes de la gruta subacuática de Cosquer, ubicada en las aguas subterráneas de Marsella, que ha encontrado su lugar en tierra firme a través de una réplica-museo para que cuando el aumento del nivel del mar destruya sus más de 500 figuras rupestres, estas permanezcan en la memoria colectiva.

Para llegar a la zona conocida como La Playa, en la que el nivel del agua todavía no ha inundado todo el espacio por completo, hay que ascender por una galería subacuática de 116 metros con una topografía complicada.

De hecho, Cosquer hizo varios intentos para acceder hasta que consiguió entrar por primera vez a la sala principal de la cueva. Después de descubrirla, volvió varias veces a adentrarse en la gruta hasta que en las paredes encontró una mano dibujada en la pared.

"Al principio pensé que eran grafitis, pero en la capa (de lodo que cubría la pared) aparecieron otras seis manos", explicó hace años en una entrevista a un medio local.

El buceador no hizo público su hallazgo, pero en 1991 se corrió la voz entre los buceadores de la zona de que se había descubierto esta gruta en la cala ubicada junto al cabo Morgiou y muchos de ellos se lanzaron al mar para intentar acceder a ella.

Tres fallecieron en el intento, lo que precipitó que en septiembre de ese año Cosquer desvelara el hallazgo a las autoridades marítimas, que se vieron obligadas a cerrar el acceso, que únicamente está permitido a personas autorizadas por el Ministerio de Cultura.

Más de treinta años de estudios profundos

Durante 30 años no han cesado las investigaciones para conocer más sobre esta cueva, la "única de características similares en la región de Aix-en-Provence", explicó a Efe el responsable de Mediación Cultural y Científica del museo Cosquer que alberga la réplica de la gruta, Gabriel Beraha.

"Es la única cueva conocida en Marsella y en el sureste de Francia, aunque es posible que haya otras cuevas sin descubrir en la zona", añadió.

Los primeros estudios fueron realizados por los prehistoriadores Jean Courtin y Jean Clottes, quienes catalogaron y analizaron los grabados y pinturas de la cueva. Los análisis determinaron que se trata de un lugar paleolítico y la gruta fue declarada monumento histórico en 1992.

A principios del siglo XXI se inició una nueva investigación en la que se introdujeron nuevas técnicas de trabajo que resolvieron la existencia de alrededor de 400 figuras identificadas, cifra que subió hasta las actuales 513 tras una serie de nuevos estudios en 2014.

"Se encontraron pinturas de pingüinos extintos y también de focas, que son las únicas representaciones de estos animales en el arte parietal que conocemos hoy en día", aclaró Beraha.

El mar, la gran amenaza de la gruta

Hace aproximadamente 30.000 años, cuando la cueva estaba habitada, el entorno no era el mismo que el que encontramos hoy en día en el cabo Morgiou.

"En el periodo prehistórico la cueva estuvo alejada del mar. Había cuatro o cinco kilómetros hasta el mar, y al final de la edad prehistórica los glaciares se derriten, el nivel del agua crece y la entrada de la gruta queda sumergida", relató Beraha.

La naturaleza continúa su curso y el aumento constante del nivel del mar terminará por inundar por completo la cueva, lo que hará desaparecer las figuras pintadas y afectará a la propia consistencia de sus paredes.

En 2010, se realizó una digitalización de la cueva mediante escaneo láser, fotogrametría y fotografía de alta resolución que permitiese realizar esta réplica para no perder este legado histórico.

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