Unas mil millones de personas sufrirían calor extremo con un alza de 2 ºC

GLASGOW. Mil millones de personas se verán afectadas por una “combinación fatal de calor y humedad” si las temperaturas a final de siglo suben 2 ºC respecto a los valores preindustriales, según un estudio publicado este martes por la Oficina Meteorológica británica (MET Office).

Activistas por el clima, del grupo Extinction Rebellion (XR) protestan en Glasgow durante el COP26 .090603+0000 ANDY BUCHANAN
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“El número de personas en regiones de todo el mundo afectadas por el estrés por calor extremo, una combinación potencialmente fatal de calor y humedad, podría aumentar casi 15 veces si el aumento de la temperatura mundial alcanza los 2 °C”, indica el estudio publicado en vísperas de que el viernes concluya la cumbre climática COP26 que se celebra en Glasgow.

En ese foro de Naciones Unidas se intentan forjar compromisos para evitar que las temperaturas a final de siglo avancen más de 1,5 ºC respecto a los niveles previos a la Revolución Industrial.

En el escenario descrito por el estudio, el número de personas que sufrirían esa situación aumentaría de 68 millones en la actualidad hasta "alrededor de mil millones".

Si el incremento del calor global alcanzase los 4 °C, se vería afectada "casi la mitad de la población global" y en la mayoría de los continentes del mundo.

"Los miembros vulnerables de la población y aquellos con trabajos físicos al aire libre tienen un mayor riesgo de efectos adversos para la salud", señaló el director de Impactos Climáticos en la Oficina Meteorológica del Reino Unido, Andy Hartley.

A ello se sumarían otros efectos adversos como inundaciones de ríos, riesgo de incendios forestales, sequías, e inseguridad alimentaria.

“Este nuevo análisis combinado muestra la urgencia de limitar el calentamiento global muy por debajo de 2.0 °C. Cuanto mayor es el nivel de calentamiento, más severo y generalizaron los riesgos para la vida de las personas, pero aún es posible evitar estos riesgos más altos si actuamos ahora”, declaró el profesor de la Universidad de Exeter y de la Oficina Meteorológica del Reino Unido, Richard Betts.

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