“Serbia y Kosovo tienen que desescalar incondicionalmente la situación sobre el terreno, retirando inmediatamente las unidades especiales de policía y desmantelando los controles de carretera. Cualquier otra provocación o acción unilateral y descoordinada es inaceptable”, dijo Josep Borrell en un comunicado en nombre de los Veintisiete.
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Borrell pidió a ambos que encuentren "soluciones para calmar la situación y acordar el camino a seguir", un proceso que la UE se ha comprometido a apoyar y para el que ofrece una plataforma de diálogo en el que ambos países pueden tratar cuestiones "relacionadas con la libertad de circulación y las matrículas".
El jefe de la diplomacia comunitaria señaló que ha transmitido a los líderes de ambos países en sendas llamadas telefónicas, que los dirigentes de cada país "son plenamente responsables de cualquier riesgo para la seguridad y el bienestar de las comunidades locales".
"Esperamos que tanto Kosovo como Serbia vuelvan a fomentar un entorno propicio para la reconciliación, la estabilidad regional y la cooperación en beneficio de sus ciudadanos. Esto es crucial para alcanzar un acuerdo global y jurídicamente vinculante sobre la normalización de sus relaciones, que es necesario para que ambos avancen en sus respectivos caminos europeos", dijo Borrell.
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La única forma de acceder a Kosovo es sustituir las matrículas serbias por unas "temporales", válidas durante 60 días, además del pago de unos cinco euros, una medida que causó tensiones en el norte de Kosovo, poblado por una mayoría serbia.
La policía de Serbia lleva años quitando las matrículas kosovares de los vehículos que entran a Serbia, y la decisión de Pristina parece una respuesta a esa política.
Los serbios kosovares y Belgrado aseguran que la medida afecta a la libertad de movimientos y las actividades económicas, sanitarias y otras de la población serbia en Kosovo, antigua provincia serbia de mayoría albanesa que en 2008 proclamó su independencia, pero que Belgrado no reconoce.
Las autoridades kosovares aseguran que la medida se aplica tras expirar un acuerdo de 2016 con Serbia sobre las matrículas, y que es “de reciprocidad”, en respuesta a lo que realiza Belgrado en su territorio.