Cuarenta años del atentado contra Juan Pablo II

CIUDAD DEL VATICANO. Hoy se recuerda el 40° aniversario del atentado sufrido por el entonces papa Juan Pablo II. El actual pontífice, Francisco, lo rememoró al término de la audiencia general en el Vaticano. “Nos hace conscientes de que nuestra vida y la historia del mundo están en manos de Dios”, dijo.

Imagen de archivo tomada en mayo de 1981 que muestra al papa Juan Pablo II tras ser herido por el turno Ali Agca, quien estuvo a punto de acabar con la vida del Pontífice al dispararle a quemarropa en la plaza de San Pedro del Vaticano, en Roma, Italia.
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El pontífice argentino se refirió al intento de asesinato del primer papa polaco de la historia, un 13 de mayo de 1981, en plena plaza de San Pedro.

“Mañana es el memorial litúrgico de la Santísima Virgen María de Fátima y el 40 aniversario del atentado a San Juan Pablo II aquí en la plaza”, comentó Francisco.

“Él mismo subrayaba con convicción que le debía la vida a la Señora de Fátima”, añadió el pontífice argentino, al recordar que Juan Pablo II tenía una especial devoción por la Virgen de Fátima, convencido de que ella le salvó la vida aquel día, fecha del 64 aniversario de su supuesta aparición a los niños pastores en el centro de Portugal.

“Al inmaculado corazón de María encomendamos a la Iglesia, a nosotros mismos y al mundo entero. Oremos por la paz, el fin de la pandemia, el espíritu de penitencia y nuestra conversión” , clamó Francisco.

En una entrevista publicada hoy por el diario italiano La Repubblica, el secretario privado de Juan Pablo II y su colaborador más cercano, el actual cardenal polaco Stanislao Dziwisz, recreó ese momento dramático, cuando el extremista turco Ali Agca disparó al pontífice hiriéndolo al abdomen, la mano izquierda y el brazo derecho.

“El primer disparo provocó el vuelo de una bandada de palomas. Volaban como enloquecidas. Inmediatamente después, el segundo disparo. El papa se desplomó de lado, encima de mí. Traté de sostenerlo mientras veía entre la multitud a alguien que trataba de huir” relata.

“En esos momentos agitados, ante la gravedad de lo que pasaba, pensaba sólo en no dejar que se cayera al piso. El papa se estaba muriendo. Sufría mucho pero estaba lúcido. No me desanimé. Oraba y pensaba sólo a salvarlo. El resto lo hicieron los médicos con la ayuda de la Virgen”, contó el religioso, que acompañaba al papa en el papamóvil.

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