A estos servicios fúnebres privados en honor a Floyd, después del velatorio del este lunes en el mismo templo y el funeral que tuvo lugar el jueves pasado en Mineápolis, asistieron unas 500 personas por estricta invitación de la familia, una cuarta parte del aforo debido a la pandemia del coronavirus.
Ello no impidió que la iglesia “The Fountain of Praise” (“La Fuente de la Alabanza”) de su ciudad natal fuera escenario de un sentido último adiós que fue retransmitido en directo por las principales cadenas de televisión, después de las masivas manifestaciones registradas en todo EE.UU. en protesta por su muerte.
“No podemos darle la espalda, no debemos hacerlo. No podemos dejar pasar este momento pensando que podemos darle la espalda una vez más del racismo que hiere nuestra alma, al abuso sistémico que todavía afecta la vida estadounidense”, dijo durante el funeral en un mensaje grabado en video el virtual candidato demócrata a la Presidencia, Joe Biden.
Biden, que el lunes se reunió con la familia de la víctima, aseguró que “ahora es el momento de lograr la justicia racial” en Estados Unidos.Anteriormente había dicho que lo sucedido con Floyd “es uno de los grandes puntos de inflexión en la historia de EE.UU. (...) en términos de libertades civiles, derechos civiles y simplemente de tratar a las personas con dignidad”.
Quienes pasaron por el atril montado en el altar de la iglesia, frente al féretro en que reposan los restos de Floyd, flaqueados por dos retratos suyos pintado con alas de ángel y con un halo de santidad sobre su gorra de pelotero, expresaron su compromiso de seguir luchando para erradicar la violencia racial en Estados Unidos.
Entre ellos los contritos familiares de la víctima, vestidos todos de blanco, que recordaron su humanidad y buen carácter, y aludieron a la frase “no puedo respirar”, las últimas palabras que Floyd, de 46 años, le repitió al policía que, ya esposado, lo mantuvo durante casi nueve minutos con la rodilla en el cuello hasta que perdió el aliento.
“Yo sí puedo respirar (...) sin justicia no puede haber paz”, dijo una sobrina de Floyd, antes de que uno de sus hermanos tomase el micrófono y asegurase que “la muerte de Big Floyd (como le llamaban debido a su elevada estatura) va a cambiar el mundo”.
El reverendo Al Sharpton fue enumerando a afroamericanos que también murieron a manos de la policía, como Trayvon Martin, Eric Garner, Botham Jean, Pamela Turner, Michael Brown o Ahmaud Arbery, a cuyos familiares, que estaban presentes, pidió uno a uno que se levantaran, acabando todos los congregados en pie y aplaudiendo.
A las afueras del templo, entre tanto, se habían congregado numerosos vecinos para expresar su “dolor” e “indignación” por la pérdida de este hombre el pasado 25 de mayo en Mineápolis, tras ser detenido como sospechoso de haber usado un billete falso de 20 dólares.
Danny Schnider, un residente en Houston que en los dos últimos días pidió permiso para no ir al trabajo y acudir al centro de culto, indicó a Efe que “el racismo en Estados Unidos es tan peligroso como la pandemia de la COVID-19” y se preguntó qué va a pasar a partir de ahora.
“No necesitamos más conversación, necesitamos legislación”, declaraba mientras exigía “líderes que hagan un buen servicio público” y que, entre otras cosas, “los oficiales de policía lleven cámaras corporales que no puedan ser manipuladas”.
A su llegada al templo, miembros del Departamento de Policía de Houston formaron un pasillo y rindieron honores a George Floyd al tiempo que el ataúd, bañado completamente en oro, era transportado a hombros por algunos de sus seres queridos.
Gabriel Mejías, un mexicano que lleva más de 15 años residiendo en Estados Unidos, también pedía que “todos sean más obedientes, que (los policías) no lastimen a la gente y que haya más humanidad en el mundo”.
“Nos debemos de querer así, como Dios nos quiso a nosotros”, subrayó instando a las autoridades “a poner un poco de cuidado” en aquellas situaciones donde hay violencia racial.
Houston, al sur de Estados Unidos, es una ciudad que además de una gran comunidad afroamericana tiene con una fuerte presencia hispana por su proximidad a la frontera con México.
Como Gabriel, otros latinos llegaron hasta este sitio para recordar “que la comunidad latina también sufre menosprecio y discriminación”.
Tras la ceremonia, pagada íntegramente por el boxeador estadounidense Floyd Mayweather, los restos de George Floyd fueron trasladados en un carromato blanco tirado por caballos, en un largo cortejo fúnebre, hasta el cementerio Houston Memorial Garden, para ser inhumados junto a los de su madre.