“La OMS está profundamente preocupada por el impacto que la pandemia tendrá en otros servicios sanitarios, especialmente para los niños”, subrayó en una rueda de prensa el director general del organismo, Tedros Adhanom Ghebreyesus.
Aunque los más pequeños “tienen un riesgo relativamente rasgo de morir por COVID-19, pueden estar en peligro de hacerlo por otras enfermedades, que podrían prevenirse con vacunas”, añadió el experto etíope.
Tedros subrayó que cada año 116 millones de niños son vacunados, un 86 % de los que nacen, pero todavía hay 13 millones que no disfrutan de estos programas de vacunación, “y el número puede incrementarse a causa de la COVID-19”.
El máximo responsable de la OMS reconoció que ya hay campañas de vacunación contra la polio que han tenido que paralizarse, e indicó que en el hemisferio sur, que está cerca de entrar en sus meses más fríos, podría haber muchos niños que no se vacunen contra la gripe por el temor de sus padres a llevarles al médico.
La organización internacional Gavi, responsable de muchas de las campañas de vacunación, reconoció que al menos 21 países en desarrollo están sufriendo problemas de acceso a vacunas a causa de los cierres de fronteras y las restricciones en el transporte mundial.
“Catorce campañas de la Gavi contra la polio, las paperas, el cólera, el papiloma humano, la fiebre amarilla y la meningitis, en las que habrían sido inmunizadas 13 millones de personas, han sido retrasadas, lo que trágicamente supondrá la muerte de niños”, vaticinó Tedros.
La OMS también teme que los problemas en los servicios de vacunación de malaria en África puedan duplicar los estragos que esa enfermedad produce en el continente, donde cada año se concentran más del 90 % de las alrededor de 400.000 muertes anuales que causa en el mundo.