Sobrevivientes buscan contrarreloj restos de víctimas de volcán de Guatemala

SAN MIGUEL DE LOS LOTES. En San Miguel Los Lotes hay una carrera contra el tiempo. Ese pequeño poblado devastado el 3 de junio de 2018 por el Volcán de Fuego de Guatemala trabaja a marchas forzadas por recuperar los restos de sus seres queridos, víctimas de una erupción que dejó 202 muertos y 229 desaparecidos.

Voluntarios trabajan en la remoción de escombros en San Miguel de los Lotes, cerca del Volcán de Fuego, en Guatemala.Esteban Biba
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El camino para llegar ahí sigue siendo el mismo, pero ya no es igual.

Esa carretera que pasa entre el dormido Volcán de Agua, cerca de la colonial ciudad de Antigua, y el coloso de Fuego, ahora pasa por tramos a un costado de la original y hay puentes prefabricados encima de los cauces que creó el material piroclástico.

El lodo incandescente que se acompañó de rocas y árboles continúa encima del pueblo, ahora desolado, salvo en la avenida principal y en las secciones donde trabaja la Fundación de Antropología Forense de Gutemala (FAFG) y donde pasan los camiones y maquinaria del Gobierno que extrae la tierra.

Ahí, donde trabajan las excavadoras hay sobrevivientes que afilan la mirada para rescatar las últimas osamentas posibles de sus familiares o las de sus vecinos, desde que el pasado mes de agosto, la FAFG inauguró las búsquedas de restos de personas que yacen debajo de la tierra en el lugar, y cuyo proyecto concluirá el próximo 16 de diciembre.

Menos de un mes para que finalicen las tareas que comienzan a las 6 de la mañana y concluyen a las 4 de la tarde, previo a que se ponga el sol, los siete días de la semana, y que hasta la fecha han rescatado 17 osamentas.

Con una mano recargada en su principal herramienta, la pala, Víctor Cancinos Arenales, de 82 años, recuerda a Efe que sobrevivió a la erupción por ir a cuidar el ganado con el que trabajaba, pues se había salido del corral.

Corrió para cerrar la reja, pero los animales enloquecieron con la venida de “ese material negro y rojo que venía del cráter” hacia el pueblo y que acabó con 202 personas y soterró a 229 aún desaparecidas.

Víctor contó a Efe que enterró a cuatro familiares y al yerno de su hijo. Desde el inicio del rescate en agosto pasado, recuperó los restos y ahora, de solo a sol, ayuda a que sus vecinos tengan la misma oportunidad que él: poder enterrar dignamente a los suyos.

Voluntarios trabajan en la remoción de escombros en San Miguel de los Lotes, cerca del Volcán de Fuego, en Guatemala.

Otra de las decenas de sobrevivientes que ayuda a encontrar osamentas es María Vásquez González, a sus 66 años.

Le describe a Efe que está “muy triste porque me hace falta la familia. Perdí a mis 10 nietos, mis 2 hijas y mi yerno. Me vengo a distraer, ya que nos dieron un trabajito y aquí lo vamos a lograr”.

Le sobreviven su hija y un nieto, pero lamenta que el Gobierno no le haya dado dinero a las mujeres que se quedaron “solas”, sin su esposo que era quien llevaba el sustento a casa, aunque reconoce que la casa en la colonia dignidad, construida por el Estado, “ está bien”.

Ahora llega con comida para los rescatistas, sus propios vecinos con los que hasta antes del 3 de junio de 2018, había vivido por décadas con la figura del volcán detrás. Esos estruendos, la constante caída de ceniza era parte de la vida.

“Confiábamos en el volcán”, admite y aunque reconoce que la Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres (Conred) había dado pláticas a la comunidad sobre el peligro del volcán, ese día, un domingo cualquiera, la autoridad no advirtió del peligro y la muerte que se apoderó de San Miguel.

Desde que en agosto pasado comenzó el trabajo de la FAFG y la Conred, los rescatistas y los sobrevivientes de la tragedia han encontrado 17 osamentas, aunque en un inicio se tenía proyectado obtener más de 60.

De acuerdo al coordinador del proyecto de rescate de las víctimas del volcán, Édgar Hernández, trabajador de la FAFG,son los fondos los que impedirán la continuidad de los rescates, que han tenido que lidiar con lluvias extremas e, incluso, con descenso de lahares de ese volcán incansable, que persiste con su intensa actividad.

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