Las narraciones navideñas han popularizado la visita de los tres reyes quienes, guiados por una estrella, llegan a Belén para adorar al Niño Jesús. Sin embargo, la Biblia no los menciona como reyes, ni especifica cuántos eran. Solo se les describe como “sabios de Oriente”.
En antiguas civilizaciones como Persia y Babilonia, estos sabios solían ser astrólogos y asesores sacerdotales, expertos en ciencia y magia. Con el paso del tiempo, estos magos fueron reinterpretados como reyes.
La estrella y el encuentro en Belén
Según el Evangelio de Mateo, una estrella luminosa los guió desde Oriente y se detuvo en el lugar donde estaba el niño. Allí, “entraron a la casa, vieron al niño con María, su madre”.
Los magos se postraron ante Jesús y le ofrecieron “oro, incienso y mirra”. Estos regalos posiblemente reflejan la profecía de Isaías sobre las naciones que traen tributos a Jerusalén: “Multitud de camellos te cubrirá; dromedarios de Madián y de Efa; traerán oro e incienso” (Mateo 2:11, Isaías 60:6).
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Herodes y la advertencia en un sueño
El rey Herodes, al enterarse del nacimiento de un nuevo “rey”, se sintió amenazado y ordenó encontrar al niño. Según Mateo, los magos se detuvieron en el palacio de Herodes de camino a Belén.
Herodes les pidió que, tras encontrar al niño, le informasen para “ir a adorarlo”. Sin embargo, en un sueño, se les advirtió que no regresaran a Herodes, por lo que “volvieron a su tierra por otro camino” y no se supo más de ellos (Mateo 2:12).
Identidad y significado de los presentes
Narraciones posteriores nombraron a los magos y sus lugares de origen: Melchor de Persia, Gaspar de la India y Baltasar de Arabia.
Cada presente tenía un simbolismo especial: el oro reflejaba el reconocimiento de Jesús como “rey de los judíos”; el incienso simbolizaba su divinidad y condición de Hijo de Dios; y la mirra aludía a su mortalidad.
Celebración de la Epifanía
Las representaciones comunes de la Navidad tienden a comprimir la historia, sugiriendo que los Reyes Magos llegaron el mismo día de Navidad. Sin embargo, la tradición sitúa su visita 12 días después, celebrándose su llegada en la Epifanía o día de Reyes, una de las fiestas cristianas más antiguas.
Los católicos la conmemoran el 6 de enero, mientras que algunas iglesias ortodoxas lo hacen el 19 de enero.