El duelo en la ancianidad: Cuando se va el compañero/a de toda una vida

Muchas veces la gente ignora o minimiza el dolor de los ancianos, dando por hecho una falta de sensibilidad o conciencia porque el abuelo/a tiene Alzheimer o simplemente porque “los viejos ya saben que se están en edad de partir”. En los matrimonios unidos por toda una vida, el que permanece vivo, hará su duelo a su manera y dentro de su condición.

Las parejas que han hecho un largo camino juntos, saben que cuando uno falte, el otro quedará sumido en una honda tristeza. Queda, ante lo inevitable, ser acompañado por sus hijos u otros allegados, en el proceso de duelo.Shutterstock
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La muerte es parte de la vida y cuando esa vida ha sido larga y de a dos, la cuesta se hará, probablemente, más empinada para el adulto mayor que ha quedado solo.

“El fallecimiento de la pareja no solo significa perder a un cónyuge, sino también a un amigo, un compañero de vida y un apoyo emocional. Esta muerte va a representar un nuevo cambio o reorganización en todo el sistema de la persona adulta mayor.

Muchos de ellos al perder a ‘su otra mitad’ abandonan la ilusión de futuro, de vida y también de proyectos. Al pasar años juntos e ir superando las diversas dificultades de la vida misma, al sufrir la pérdida del compañero/a de vida, supone muchas veces una desorientación vital”, dice la psicóloga Lourdes Sanabria.

Lic. en Psicología Lourdes Sanabria: "Solo vivirá un duelo quien sufra una pérdida, parece una obviedad, pero no lo es. En el duelo debemos sentir, es la única manera de llegar a una aceptación y resignificación"

-La muerte en la ancianidad puede llegar repentinamente o por algún accidente, no siempre por una enfermedad, ¿cómo les afecta, es un shock?

Las pérdidas inesperadas tienden a estar asociadas a un marcado incremento de depresión, así como también aumenta el aislamiento social de la persona adulta mayor.

En ocasiones, el duelo puede ser mejor sobrellevado por la persona que sobrevive cuando ha sido informada acerca de la enfermedad del cónyuge, y puede cuidarlo o acompañarlo en todo ese proceso. Enviudar a una edad avanzada se considera algo irreparable, sobre todo con parejas que llevan toda una vida, el duelo se podría considerar más grave con personas dependientes.

Debemos llevar en cuenta que, aunque el duelo no es una patología y no suele ser necesaria la ayuda psicológica, este proceso puede repercutir en la salud física y psicológica de las personas de la tercera edad. Muchas veces el hecho de la pérdida termina afectando tanto que lleva a pensar en la propia muerte, en miedos existenciales incluso en la falta de habilidad para resolver situaciones de la vida cotidiana que, entre otras cosas, podrían llevar al descuido personal.

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-Muchas veces queremos ocultarles información “porque son viejitos”, sentimos pena, temor de lastimarlos, no los creemos capaces de resistir.

Normalmente suele darse una tendencia a infantilizar al adulto mayor, y, por lo tanto, a subestimar sus capacidades y recursos internos con los que puede afrontar la elaboración de su duelo y adaptarse a la viudez. Desde esta visión de la persona mayor, el entorno puede actuar sobreprotegiendo a la persona y así bloquear su proceso al negarle la oportunidad de poner en marcha sus propios recursos.

Las personas de edad avanzada han tenido que afrontar múltiples pérdidas a lo largo de su vida y eso puede ayudarles a afrontar duelos posteriores, es decir son personas con mucha resiliencia.

La persona anciana no recuerda, pero sí puede sentir

-Qué ocurre cuando sufren demencia senil o Alzheimer. ¿Cómo viven los duelos?, ¿debemos contarles?, ¿comprenderán de alguna manera?

Las personas que padecen la enfermedad de Alzheimer o algún otro tipo de demencia, no están exentos de sentir confusión o desconcierto ante sus pérdidas, así como tampoco están exentos de llegar a experimentar dolor y tristeza.

Algo que normalmente puede impactar bastante es la pérdida de la persona cuidadora principal, quien vendría a ser su referente más importante. Lógicamente, el grado de deterioro cognitivo que presente condicionará y modulará este impacto y la forma de abordarlo.

-Esta persona anciana con problemas de memoria, desgaste cognitivo, ¿debería, por ejemplo, ver a su pareja en un hospital o donde estuviera su lecho de muerte para despedirse?, ¿participar del velatorio y entierro?

Su condición mental no significa que deba ser excluido del derecho de saber de la pérdida y poder despedirse de un ser querido. Sin embargo, hay cuestiones que debemos llevar en cuenta:

-Adaptar la información y la respuesta a sus dudas en función de su capacidad de razonamiento y comprensión.

Considerar que una persona con Alzheimer u otro tipo de demencia pueda expresar el malestar emocional (al igual que puede suceder con el físico) mediante la conducta. Un aumento de la deambulación, aparentemente sin sentido, puede ser un indicio de inquietud o de búsqueda de la persona que falta. Cierta alteración en los ritmos de vigilia/sueño, cambios en el apetito, mayor embotamiento emocional o irritabilidad pueden ser también indicadores de tristeza y añoranza por la persona fallecida.

Los ancianos que han perdido la memoria, siguen, sin embargo, sintiendo. No debemos abandonarlos o ignorarlos, sino compartir con ellos momentos y atesorarlos. Estos recuerdos nos serán inestimables cuando el ser querido ya no esté físicamente.

-Una forma de ayudar a la expresión de las emociones y canalizar el duelo puede ser mediante la realización de actividades específicas del cuidador o acompañante con el adulto mayor. Por ejemplo, puede resultar útil mirar fotos juntos de la persona fallecida, rememorando momentos vividos con ella.

La familia debe estar presente en los buenos momentos como en la despedida final

-Muchas parejas de ancianos mueren casi al mismo tiempo y siempre es noticia. Recientemente hubo un caso en Colombia, una pareja murió a la misma hora y el mismo día, pero en distintos hospitales. Otro caso en EE. UU., una pareja murió tomada de la mano, primero él y después de dos horas, ella. ¿Es algo explicable?

En realidad, deberíamos de llevar en cuenta que podría ser multicausal, como mencionamos anteriormente al sufrir una pérdida tan grande como la muerte de un compañero/a, se va perdiendo las ganas de seguir adelante, esto muchas veces lleva a un aislamiento, en muchos casos a depresiones, lo cual repercute no solo a nivel emocional, mental sino físico.

-Como hijos, ¿cómo debemos acompañar el duelo de papá o mamá? Muchos buscando un consuelo, resumen “y ya vivieron todo… tenían sus años”

Así como papá o mamá está experimentando una pérdida, los hijos/as también la están experimentando y sintiendo. Es importante crear una red de apoyo y de contención familiar, donde las partes puedan sentirse acompañadas en ese momento tan sensible y doloroso.

Sin embargo, también hay casos donde los propios hijos parecen no querer hablar de la pérdida, o terminan invalidando lo doloroso en el duelo, en ocasiones queriendo hacer sentir mejor al padre que queda. Debemos recalcar que en los duelos debemos sentir, es la única manera de llegar a una aceptación y resignificación.

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-Percibimos distintas posturas frente a la muerte en las personas de la tercera edad, aquellos que dicen que ya quieren descansar o “dejar de ser una carga”, y otros que, al contrario, se comportan vitalmente, agradecen cada día y hasta tienen pequeños proyectos.

Existen factores asociados a la resiliencia en los adultos mayores, tales como la adaptación, el optimismo y la esperanza. Aquellos que logren desarrollar mayor resiliencia probablemente se sientan mayormente satisfechos y con ganas de seguir aprendiendo de la vida. No obstante, aquellos que constantemente mencionan frases negativas, en ocasiones podrán sentirse insatisfechos y con mucho más estrés.

-Muchos hijos o nietos no saben exactamente cómo despedirse del anciano moribundo, porque creen que no estará consciente o que no los reconocerá, y así, al final, están presentes en los trámites y el rito, pero no le dijeron adiós en vida.

El hecho de que tengan una edad avanzada no significa que no sientan, o que no entiendan lo que sucede o se dice en el entorno.

Tomando mate: Gabriela Mistral junto a su abuela. "Los días más felices son aquellos que nos hacen sabios" (G.M)

Es importante llevar en cuenta que cuando va llegando la hora de dejar ir a nuestro ser querido, por más edad avanzada que tenga, es necesario compartir momentos de calidad, preparando un mate, un cocido con leche, estando a su lado para compartir esa canción que tiempos atrás el adulto mayor repetía y repetía en su radio.

El sostener sus manos, acomodar la almohada para su cabeza, el hablar de los buenos tiempos que pasaron, es una manera de despedirnos sanamente. Despedirnos, muchas veces, no es decir adiós, sino atesorar momentos que luego, en nuestro proceso de duelo recordará y nos permitirá en su debido momento resignificar todo el dolor.

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Reflexiones en torno al duelo

“Para hablar del duelo es imprescindible reflexionar sobre la necesidad de vincularse y apegarse que tiene el ser humano. El vínculo es el punto de partida de todo proceso de duelo. Hablar del duelo implica necesariamente hablar de pérdida. Esto puede parecer una obviedad, pero no lo es. Sólo vivirá un duelo quién sufra una pérdida: quien nada tiene, nada pierde”, subraya nuestra entrevistada.

-¿Cuánto tiempo dura el duelo?

Esta es una de las preguntas que más inquietud genera entre los dolientes. Existe una creencia muy extendida, según la cual el duelo dura un año y todo aquel proceso que dure más se considera que tiene tintes patológicos. Pero, en realidad, no existe un plazo concreto para elaborar un duelo, cada persona requiere de diferentes tiempos, de modo que enmarcar el duelo en un periodo exacto solo sirve para añadir presión al proceso.

-¿Cuándo es necesario ir a terapia de duelo?

Una de las claves que indican la necesidad de acudir a terapia es el hecho de sentir que el proceso no avanza, que las sensaciones no han variado ni en duración ni en intensidad durante cuatro o cinco meses. Los cambios indican que el proceso está vivo, mientras que la ausencia de estos apunta a que existe un bloqueo que hay que atender en terapia.

A veces la terapia le sirve a la persona para mitigar o aliviar una angustia insoportable, o para desahogarse y vaciarse cuando no puede hablar de sus emociones con su familia y entorno.

El cónyuge superviviente suele sufrir síntomas de ansiedad y depresión, los cuales, mayormente, desaparecen dentro del año de la pérdida del esposo/a. No obstante, en un gran porcentaje persiste esta sintomatología.

Duelo complicado en adultos mayores

“A las generaciones de nuestros abuelos se les inculcó la no expresión de las emociones como rasgo de fortaleza, así como no pedir ayuda y mucho menos acudir a un psicólogo. Sin embargo, el hecho de reprimir las emociones complica su elaboración”, señala la profesional y nos deja algunos síntomas a tener en cuenta que podrían representar una depresión en el adulto mayor:

-Sentimientos profundos de desesperanza y de vacío respecto al futuro que no cesan con el paso del tiempo

-Cambios significativos y prolongados en los hábitos de sueño, trastornos alimentarios (falta de apetito o alimentación en exceso) y falta de energía.

-Problemas de memoria o concentración acompañado de un fuerte aislamiento social y desinterés por actividades que antes solía disfrutar.

-Habla o fantasea respecto a un posible suicidio, ya que cree que estaría mejor muerto o bien que debería haber muerto con la persona fallecida.

-Irritabilidad y ansiedad frecuente, especialmente vinculada al proceso natural de envejecimiento.

“No dudes en consultar con un profesional de la salud si tienes un familiar que manifiesta estos síntomas”, recomienda, cerrando la nota, la psicóloga Lourdes Sanabria.

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