Las orquídeas por su naturaleza son plantas epífitas, es decir, crecen en los árboles o troncos con corteza porosa. También en macetas de plástico o barro cocido.
Las orquídeas más conocidas son las Dendrobium nobile porque se reproducen fácilmente al formar keikis o hijuelos en los nudos o las bases del tallo. Pero también se observa en los jardines las catleyas y las phalaenopsis o mariposas.
Las orquídeas necesitan de la luz solar filtrada, a través de media sombra o ramas de árboles. La luz incide de manera importante en la floración.
No sobrevivirán al sol directo y les encanta el ambiente húmedo, bien ventilado. Si estos requisitos no se cumplen es probable que les invada hongos y bacterias.
Las orquídeas no pueden acumular agua en sus raíces, se tendrá especial cuidado con el sustrato y su buen drenaje. El exceso de agua pudrirá las raíces.
El riego se hará con moderación tres veces a la semana y es recomendable aprovechar las horas de la mañana.
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Expo Flora para el buen jardinero
- Revisar periódicamente las orquídeas a fin de detectar a tiempo cualquier enfermedad.
- Brindarles el espacio necesario para su crecimiento. Cuanto más apiñadas estén en un lugar, menos ventilación tendrán y contraerán enfermedades.
- Proporcionar a las orquídeas suficiente luminosidad, sin llegar al exceso. Con luz adecuada, las hojas poseen un color verde tierno, con poca luz se vuelven verde oscuras y se queman, o se vuelven amarillas por su exceso.
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